Una vida de intimidad con DiosMuestra

El “para qué” de nuestra redención
“...Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía: “Alaben al Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Nos envió un poderoso Salvador del linaje real de su siervo David... Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos y de todos los que nos odian... Hemos sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en santidad y justicia, mientras vivamos”, Lucas 1:67-75 (NTV).
El pasaje leído revela: 1) salvados de algo (“de nuestros enemigos”) pero al mismo tiempo, 2) salvados para algo (“para poder servir a Dios”). No nos olvidemos que el fin de nuestra salvación es la gloria de Dios.
1. Salvados de algo (“de nuestros enemigos”). Cristo triunfó sobre nuestros enemigos para que lo sirvamos sin miedo ni temor. Charles Spurgeon dijo: “Es posible que al caminar encuentres leones, pero no temas, sus dientes están rotos. Quizás encuentres serpientes, pero no temas, sus colmillos han sido quitados. Quizás encuentres ríos, pero no temas, o tienen puentes o son vadeables. Quizás encuentres fuego, pero no temas, tenemos un vestido que nos hace invulnerables”.
2. Salvados para algo (“para servir a Dios... mientras vivamos”). Deberíamos recordarlo en aquellos momentos en los que somos tentados a claudicar y abandonar todo, por cualquier razón que sea. Nuestro servicio no debe estar condicionado por las circunstancias, las adversidades, las emociones, las traiciones o lo que fuere. Solo la muerte nos debería detener, y de modo momentáneo, ya que seguiremos sirviendo a Dios por toda la eternidad.
El gran reformador Martín Lutero viajaba a pie muy a menudo. En cierta ocasión solicitó alojamiento en una humilde casa de campo. Los dueños lo trataron tan bien como pudieron. Al saber quién era no aceptaron que les pagara por la hospitalidad. A cambio, le pidieron encarecidamente que se acordara de ellos en sus oraciones y que escribiera en la pared alguna inscripción que les quedara de recuerdo. Gustosamente escribió Domini Sumus.
El campesino, asombrado por la frase, preguntó qué significado tenía. Lutero explicó que existen dos interpretaciones según el contexto. “Puede significar: “somos del Señor”, o también: “somos señores”. Si escoges el primer significado: “somos del Señor”, aceptas que Él te redimió, te rescató y te salvó para que lo sirvas”, le dijo Lutero. “Si eliges la segunda acepción: “somos señores”, aceptas que nadie te compró y que solo te sirves a ti mismo. Tu Señor se deduce teniendo en cuenta a quien sirves”.
Observa tu día, tus prioridades, el uso de tu tiempo, esfuerzos y dinero. Solo así sabrás a quién realmente sirves. Que tu devoción en palabras coincida con tu agenda diaria.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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