Una vida de intimidad con DiosMuestra

¿Tus amistades honran a Dios?

“…El vidente Jehú... le dijo al rey Josafat: “¿Por qué ayudas al perverso y haces amistad con los enemigos del Señor? Debido a eso el Señor está enojado contigo’”, 2º Crónicas 19:1-2 (PDT).

Este texto es muy fuerte y desafiante; máxime porque Jesús dijo que debíamos amar a nuestros enemigos. ¿Cómo se entiende este enojo del Señor? Amar a los enemigos no significa que nos asociemos con ellos para demostrarles nuestro amor sino, preocuparnos por su salvación y hacer lo posible para que conozcan al Señor, Mateo 5:44. La Biblia es clara y no se contradice: “No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas? ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo? ¿Cómo puede un creyente asociarse con un incrédulo?”, 2ª Corintios 6:14-15 (NTV).

El consejo bíblico es no establecer lazos cercanos con los incrédulos, ya sea en los negocios o las amistades; pero sí proclamarles a Cristo y llevarlos a una relación de amor con Él. Tienes que ser muy cuidadoso en este aspecto. La simpatía que sientes hacia alguien no puede sustituir la ausencia de vida espiritual. No compartas tiempo con quienes se deleitan en el mal. Tampoco con quienes se burlen de Dios. Acércate a personas sabias, espirituales, con corazones parecidos al de Jesús que te agreguen valor, te alienten frente a los desafíos que la vida te presenta y te ayuden en el cumplimiento de tus propósitos. Recuerda: tus amigos tienen una profunda influencia en tu vida.

¿Cómo termina la historia de Josafat? La Biblia nos cuenta que esa amistad terminó en parentesco, y el parentesco en desgracia. La perversa influencia de la casa de Acab destruyó el bienestar espiritual de los descendientes de Josafat. Tal vez no veas al presente la importancia de este consejo porque tus amigos incrédulos parecen mejores que muchos creyentes en Cristo que conoces, pero piensa: ¿acaso Dios puede estar equivocado? Las consecuencias por desobedecer llegarán, aunque tarden.

“Amado Señor, perdón por desconfiar de tu Palabra. Perdón por creer que puedo elegir como amigos o socios a incrédulos y salir bien parado. Renuncio a las amistades impías y también a quienes diciendo que son cristianos te nieguen con su forma de vida. Santifico mi círculo de amistades permitiendo que tú mismo seas exaltado en cada conversación, gesto o acto. Oro en el nombre de Jesús. Amén”.