El trabajoMuestra

Abundando en la suprema bendición del trabajo, no podemos dejar de lado lo que Dios nos habla a través de Salomón respecto a este tema.

Si bien es cierto que existen muchas bendiciones de parte de Dios que nos alegran y no nos entristecen, según la persona más sabia que ha existido, después de Jesucristo, es que el trabajo es el motivo por el cual podemos alegrarnos en gran manera. ¡Sí! Sé que hay situaciones en nuestra vida que nos pueden venir en este momento a la memoria que han marcado nuestra vida con amplia felicidad. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que hay una gran alegría y un gran beneficio en el trabajo, pues es el resultado del trabajo que podamos disfrutar del salario y retribución. Es decir, en el más estricto sentido, trabajar nos permite vivir de forma cómoda, supliendo nuestras necesidades y bendiciendo a nuestra familia, iglesia y a todos los que nos rodean.

Trabajar, a la luz de las escrituras, es un regalo que proviene de Dios, pero más aun, es el poder disfrutar su fruto. Comer, beber, y gozar el bien de toda su labor.

Sin embargo, debes considerar que esta bendición, la cual no trae aflicción, nos compromete y nos llena también de responsabilidad. Déjame explicarte: Es un regalo de Dios el poder trabajar y percibir un salario. En mayor o menos medida, ese salario nos llevará a disfrutar de lo que la vida ofrece, pero siendo completamente claro, el dinero que percibimos a través de la bendición laboral puede ser usado para todo; y si atendemos a lo que Salomón nos enseña que podemos gozar de ese bien, esto no implica gozar del fruto en el pecado. El dinero sirve para todo, tanto como para alimentar a nuestra familia, como para embriagarnos; sirve para vivir bien y en paz, como para pagar por pecados de impureza sexual; sirve para bendecir a quienes nos rodean, como para humillar al menos afortunado. La bendición del fruto de nuestra labor debe generar en nosotros primeramente un profundo agradecimiento con Dios, y como sabemos bien, debemos pedirle al Padre que nos dé guía, sabiduría e inteligencia de la forma en que ese fruto debe ser usado. Bendecir a través de ese fruto es una de las primeras razones que el Señor nos da cuando disfrutamos de ese fruto, pues es más bienaventurado dar que recibir.