No Sé Si DeboMuestra

¿ES ESTA MI MEJOR OFRENDA?

Si tuviera que elegir una propuesta práctica para tomar las mejores decisiones y que combine lo mejor posible ese baile complejo entre la voluntad soberana, moral y personal de Dios, lo reduciría a una pregunta que me hago y te hago también:

Lo que vas a elegir, ¿es la mejor ofrenda posible que puedes traer como parte de tu adoración?

La respuesta suele ser atronadoramente contundente y trae claridad a nuestros dilemas de elección que, en realidad, a la luz de Su adoración, terminan no siendo tales, sino composiciones mentales que nos hacemos para ir hacia donde nos pide el cuerpo, y no hacia donde Él nos quiere llevar.

Piensa en algunos ejemplos acerca de lo lícito, conveniente, edificante o esclavizante, y reúnelos bajo el paraguas de esa pregunta inicial:

• Esa relación que estás teniendo con tu novi@, en que te cuesta establecer ciertos límites... ¿es tu mejor ofrenda, o podría mejorar sustancialmente? ¿Ves más claramente ahora lo lícito, conveniente, edificante o esclavizante? ¿O te seguirás preguntando hasta dónde sí o no puedes llegar sin que haya consecuencias?
• Piensa en esa persona con la que estás empezando a salir y no es creyente, con la que empiezas a crear un proyecto de vida, sin darte cuenta –o quizá sí– de que un reino que pretende mantenerse no puede estar dividido (Lucas 11:18). Tal vez te dices que el Señor puede tener una voluntad personal para ti en la que eso sea Su deseo, pero ¿no será más bien el tuyo? ¿Es, de verdad, tu mejor ofrenda?
• El orden por el que estructuras tu día, siendo lícito, conveniente para ciertas cosas, constructivo aparentemente, y dejando a simple vista intacta tu libertad, ¿es el mejor posible? Quizá no haya diferencia en si te duchas primero y desayunas después, pero puede haber mucha distancia entre decidir y luego buscar al Señor o hacerlo al revés.

La vida del cristiano consiste en que su existencia sea una ofrenda fragante todo el tiempo. Tener esto presente nos libra de muchos de nuestros debates al decidir. Podemos honrar al Señor con un auto rojo o uno azul. La cuestión es qué lugar ocupará eso en nuestra vida, si lo pondremos honrosamente en el altar, y si con ello el Señor, de nuevo, ocupará el trono que le pertenece... o no.

Adorar es, entonces, la elección por antonomasia. Nuestro problema no son las decisiones. Es la obediencia.

Esperamos que este Plan te anime.

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