La vida de un líder de alabanzaMuestra

Una misma alabanza 

Alabar juntos en unidad puede ser difícil. Dios le dio a cada uno sus propias ideas, dones, pensamientos y opiniones. Los desacuerdos para ir en la misma dirección como iglesia o el cómo alabar pueden dividir a los creyentes. ¿Cómo podrá una iglesia, con diferentes opiniones, alabar juntos en armonía? 

El cuerpo de la iglesia no está hecho de ladrillo y cemento. Somos el cuerpo de Cristo, Su iglesia. La iglesia la forman personas de carne, que se magulla fácilmente, con sentimientos que pueden herirse. 

Los conflictos dentro de la iglesia requieren de intervención divina. Esos mismos conflictos dan oportunidad para crecer y madurar. Cuando una persona tiene un desacuerdo con otra, primero debe orar antes de confrontar a la otra persona. Tener un desacuerdo no significa que Dios no pueda glorificarse en esa situación. Pablo escribe en Efesios 4:2 que “con humildad y mansedumbre, debemos soportarnos con paciencia y amor”. Él sabe que cuando hay diferencia de opiniones, las personas argumentan fervientemente sus opiniones. Él ha sido testigo de cómo los miembros de una iglesia argumentan como mantener sus tradiciones o quién estaba siguiendo lo correcto, basado en sus propias reglas. 

Pablo deseaba que en las nuevas iglesias estuvieran “solícitos en guardar la unidad del Espíritu” (Efesios 4:3) y en paz, en un mismo cuerpo en beneficio del evangelio. Mostrando cómo amar a quien nos ha lastimado o siendo paciente con quienes nos sacan de quicio, ese es el reto. 

Si anteponemos la unidad de las personas antes que nuestras propias actividades, podremos traer paz dentro de la iglesia. Dios hará Su obra a través de cada situación, pero sólo a Su tiempo. Confía en que Dios está haciendo Su obra. 

Todos tenemos diferentes dones y habilidades que conforman el cuerpo de la iglesia. El talento de la guitarra del líder no es más valioso en el Reino que la habilidad de destapar un baño. Estamos equipados con un set de diferentes habilidades para dar la gloria a Dios y para conformar Su iglesia. Cada habilidad es importante en el cuerpo de Cristo, la iglesia (Efesios 4:12). 

Cuando trabajamos juntos, “se llega a la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, a la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Dios hace Su obra a través de cada persona de una forma especial y en Su tiempo. Necesitamos ser pacientes mientras Dios hace Su obra en y a través de las personas alrededor de nosotros. 

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1).



El edificio de la iglesia no es para que ahí viva nuestra fe. Nuestra fe está en Cristo y estamos completos y unidos a través de Él. Todos los creyentes en Cristo somos una sola iglesia. No debiéramos estar divididos de espíritu dentro de una iglesia que alababa un domingo por la mañana. La unidad de espíritu se logra cuando las relaciones trascienden las paredes de la iglesia.



Alaben como un cuerpo, un corazón, una mente para nuestro único Dios.