Día 1 de 30 • Ver la lectura de hoy
La alabanza implica más el vivirla que cantarla. Es simple, vivimos lo que cantamos. Las canciones expresan en dónde está nuestro corazón: en las cosas de la tierra o en las cosas eternas, las de Dios (Colosenses 3:1).
Debemos llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo. Cuando lo hacemos, nos libramos de nuestra propia sabiduría que teme al Señor (Proverbios 9:10). Somos entonces transformados a Su imagen para entender la gloria de Dios (2 Corintios 3:18).
¿Cuál es nuestro modelo de adoración? Jesucristo. Debemos vivir como Cristo; dejar que Él sea la esencia y aliento de nuestro diario vivir. Fuimos creados para andar en adoración, para caminar en las buenas obras que Dios nos preparó. (Efesios 2:10).
Debemos ofrecer cada día nuestras vidas en adoración, como un sacrificio vivo y agradable a Dios (Romanos 12:1).