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El Valor De Lo PocoMuestra

El Valor De Lo Poco

DÍA 4 DE 5




¿Qué damos?


La vara en la mano de Moisés, los panes y los peces en las manos de un niño, la buena semilla en las manos del sembrador, la moneda en las manos de la viuda son cosa que tienen algo en común, son cosas que se dieron al servicio de Dios. Todas fueron bendecidas y usadas para la gloria de Dios.


Si hablamos de nosotros mismos, podemos hacernos la pregunta, ¿qué damos? ¿Tenemos algo para dar? Es importante que sepamos que Dios espera que demos. Algunas cosas serán materiales pero muchas otras serán espirituales. Todas ellas deberán tener como fin glorificar a Dios. No tengamos en poco lo que consideramos poco para dar. Recordemos, que Dios hace de lo menos más y que lo que damos, en sus manos se convertirá en algo valioso para su gloria.


Si somos de Cristo, lo primero que debemos dar es fruto. Jesús fue claro cuando dijo que “el buen árbol da buenos frutos.” Así es que pegados a Él, que es la vid y recibiendo la savia de vida, somos capacitados por el Espíritu para dar buenos frutos. Jn. 15:5 Una declaración importantísima de Jesús acerca de nuestro testimonio es, “por sus frutos los conoceréis.” Mt. 7:20 Cuando hablamos verdad, cuando somos pacientes, cuando actuamos con humildad, cuando somos mansos, estamos dando frutos que honran a nuestro Señor.


Pero además de dar frutos, debemos dar gloria a Dios. No se trata solo de palabras y de cánticos, aunque son muy importantes. Más bien, se trata de glorificarle con nuestra obediencia. La manera de conducirnos dentro y fuera de la iglesia debe ser congruente, ambas deben ser una sola. Es interesante como Jesús ata los frutos que damos, a la gloria que le damos a Dios. En Jn. 15:8 leemos: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”


Al dar buenos frutos estamos dando también buen testimonio de nuestra fe en Jesucristo. Sólo andando como Jesús anduvo y siendo imitadores de Él, podremos ser buenos testigos de Jesucristo. No es fácil, es por eso que tenemos la ayuda del Espíritu Santo quien va formando a Cristo en nosotros.


Cuando somos dadivosos para Dios entonces somos dadivosos con los demás. No somos escasos al amar, al servir, al bendecir con nuestros bienes a otros. Dar es parte de quienes somos en Cristo y es lo que Dios espera de nosotros. Tal vez Dios te está pidiendo que des de tu tiempo, de tus talentos, de tus habilidades. En adición, es bueno que nos preguntemos, ¿qué estoy dando en mi hogar? Porque si hay alguien que se beneficiará de nuestros frutos y de lo que damos, es aquél que está a nuestro lado, son los que tenemos más cerca.


“De gracia recibisteis, dad de gracia.”  Mt. 10:8



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Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://facebook.com/GrettchenStage

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