RenovadoMuestra

TE PUEDO SENTIR 

Dios me ha regalado una familia maravillosa. Hemos vivido momentos muy especiales a lo largo de estos años. Recuerdo y tengo muy presente cómo cada vez que regreso a casa, después de mis viajes, escucho a mi esposa decir: “¡¡ya estás aquí!!”, mientras se suelta en mis brazos para confiar en la seguridad de su hombre, su esposo. Mi presencia en casa genera en Nathalia, y en mis hijos, seguridad, estabilidad y confianza que son expresadas a través de frases como: “encárgate tú, amor. Ahora sí puedo dormir segura”. Esas palabras me hacen sentir muy especial, que quiero mantener y cuidar día a día. Es por eso que cuando estoy en casa, ninguno se preocupa por cerrar bien todas las puertas, apagar todas las luces o ver qué es lo que está generando algún ruido en las noches; papá está en casa. 

Éxodo 33:14 nos relata cuando Dios le prometió a Moisés que su presencia iría con él y le daría descanso. Sin duda, una gran promesa. Qué increíble diálogo sostuvieron el Señor y Moisés. Me llama la atención que Moisés, en medio de su misión y su trasegar, quiso asegurarse de que la presencia de Dios fuera con él. Moisés sabía que nada se comparaba caminar siendo guiado por el mismo Creador. El Señor le ofreció enviarle ángeles para que lo acompañaran y guiaran en el camino, pero Moisés no negoció lo que consideró vital: sentir la misma presencia de Dios.

Es tal el poder de su presencia que sus enemigos salen huyendo de cada rincón al no soportar el resplandor y la majestuosa autoridad que solo Él posee. La increíble noticia para todos es que esa presencia está cerca de nosotros, dispuesta a ser parte de nuestras vidas, si es que así lo deseamos. La obra de nuestro señor Jesús en la cruz del calvario pavimentó el camino que nos lleva a ella y restauró esa relación que por tanto tiempo estuvo rota. Es a través de Jesús que podemos llegar al Padre y disfrutar de la seguridad de sus brazos, de la dulzura de sus palabras, de su amor que no se acaba y del poder de su mirada. Acerquémonos a Dios, que, en el destello de su luz, nuestros pecados desvanecerán.