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En busca de paz

DÍA 6 DE 10

Cómo vivir sin remordimiento


Recuerdo cómo colgué el teléfono con calma, suspiré profundo y dije: “Bueno, ha sucedido”.


La voz, al otro lado del auricular era de un abogado, quien me había notificado que mi esposa había pedido el divorcio.


Había vivido con amenazas de divorcio durante muchos años. Aun así, me sorprendió la noticia. 


Durante los días subsiguientes muchos pensamientos y emociones pasaron por mi cabeza y por mi corazón. No quería divorciarme. No sabía qué hacer con exactitud para evitar que nos divorciáramos. No sabía a quién contárselo, ni cómo debía decirlo. Estaba consciente de que al final tendría que comunicárselo a la congregación que pastoreaba; y no tenía ninguna garantía de cómo reaccionarían. Solo tenía la certeza de que debía prepararme para esto y para predicar el domingo siguiente.


Aún en esos momentos tan difíciles, estaba convencido de las siguientes verdades: 


· Esta acción en mi contra no había tomado a Dios por sorpresa.




· Dios estaba en control de mi vida; y si permitió que esto sucediera, es porque era parte de su propósito y de su plan para mí.




· El Señor prometió en su Palabra que nunca me dejaría, ni me desampararía. Prometió estar siempre a mi lado en todo momento. Así que, si continúo confiando en Él, todo lo que suceda será para mi bien eterno.

La realidad inmediata de esta situación generó toda una conmoción. Sin embargo, la verdad inmutable acerca de Dios produjo paz.


Casi ocho años después de la llamada del abogado, a mi esposa se le concedió por ley el divorcio que tanto buscaba.


A lo largo de los años, algunos se han acercado a mí para decirme: “Sin duda alguna debe lamentarse por la pérdida de su matrimonio, por el fracaso en su lucha por salvarlo, porque todos sus esfuerzos para la reconciliación fueron en vano”.


Casi siempre respondo con un silencio. Pero en mi mente pienso: “Tristeza, sí; pero no remordimiento”. 


Aunque me entristece que mi matrimonio haya terminado en divorcio, no vivo con una constante sensación de remordimiento. ¿Por qué? Porque el remordimiento tiene su raíz en la culpabilidad.


He descubierto que la mejor manera de vivir sin remordimiento es mantener una conciencia limpia. Escoja vivir de tal forma que siempre dé lo mejor de sí en cada acción o en cada relación; dé lo mejor para llevar una vida recta. Escoja confiar en Dios en cada aspecto de su vida; y no tan solo en los que parezcan fáciles. Escoja obedecerlo y guardar sus mandamientos. Escoja perdonar a otros por completo. Y escoja avanzar en el camino que Dios le ha indicado.


Aunque nadie pueda hacer todo esto con sus propias fuerzas, con el Espíritu Santo en nuestro corazón, podemos alejarnos de las tentaciones y así lograr la paz para nosotros y para otros, y continuar las buenas obras que Dios nos ha llamado a realizar.




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Acerca de este Plan

En busca de paz

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Nos gustaría agradecer a In Touch Ministries por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.encontacto.org/planes-de-lectura 

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