NoéMuestra

Un hombre completo

En algunas versiones de la Biblia leemos en Génesis 6:9 que Noé era perfecto. La palabra «perfecto» aquí puede resultar confusa. No se habla de Noé como libre de errores, en la forma en que normalmente consideramos la perfección. No es que estuviera desprovisto de faltas o tuviera ausencia de pecado.

«Perfecto» se traduce al Antiguo Testamento griego con la palabra telios. Telios podría traducirse mejor como «completo».

Telios aparece como la palabra «consumador» en Hebreos 12:2: «[Jesús] es el autor y consumador de nuestra fe».

La idea es que Noé era una persona completa. Era justo. Era recto. Noé caminó con Dios. Hizo todo lo posible, por medio de creer en Dios y hacer lo que Dios le mandó, tomando sus decisiones de acuerdo con el camino de Dios. Noé era «completo» en cuanto a la clase de vida a la que Dios nos llama. Dios conocía a Noé y no le exigió perfección. Dios exigió fidelidad y Noé actuó en consecuencia.

Cuando Noé construyó el arca tal como Dios le pidió que lo hiciera, de acuerdo con las instrucciones que Dios le dio, Noé nos mostró cómo es estar «completo». Estar «completo» es seguir los caminos de Dios sin tomar atajos, sin ningún paso de «creo que yo sé lo que más me conviene».

Es reconfortante saber que no tenemos que ser perfectos, en el sentido moderno de la palabra. Sin embargo, estamos llamados a completar nuestra arca para que esté en condiciones de navegar, a seguir trabajando en nuestra vida hasta terminarla y hacer todo lo que Dios nos pide. Nada más, ni nada menos.

Jesús fue el autor de nuestra fe, lo cual significa que él la originó. La completó, redondeándola. Clavó cada pecado en la cruz e hizo posible nuestro camino al cielo. Ser hijo de Dios requiere una fe sencilla.

Para agradar a Dios es necesario que creamos que él es y que él recompensa a quienes lo buscan diligentemente. Significa tener el compromiso de telios, de completar lo que Dios nos ha encargado que hagamos.

Pidamos a Dios que nos ayude a vivir de manera perfecta, según su Palabra. Señor, gracias por pagar por todos nuestros pecados en la cruz. No somos perfectos, pero queremos complacerte todos los días de nuestra vida. Queremos ser fieles a ti. Creemos en ti y en el poder de la resurrección de Jesús. Ayúdanos a caminar en tu perfección.