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La humildad de Jesús  

Todos hemos escuchado acerca de Jesús, el hijo de Dios. Nos han contado sobre su nacimiento, su vida y los milagros que hizo, pero hoy quiero que nos enfoquemos en la historia de su nacimiento. 

Cuando era niño, una de mis dudas más grandes era: ¿Por qué Jesús siendo el hijo de DIOS, creador del universo, el Rey de reyes y Señor de señores nació en el lugar más humilde de la época? Pudo haber nacido en un palacio o incluso bajar del cielo de una manera épica, pero eligió un pesebre. La respuesta a mi pregunta la conocí mucho tiempo después. 

Jesús es perfecto y en Él todo tiene un propósito; para que podamos entenderlo mejor, quiero contarte una historia. 

Cuando tenía 13 años, fui a casa de un amigo por la tarde. Sus papás no estaban y me preguntó si alguna vez había visto pornografía. Yo no sabía nada de ese tema y me dio curiosidad, vimos algunos videos y a partir de ese día comencé a buscar imágenes y videos casi todos los días. Cada vez me llamaba más la atención. Sin embargo, dentro de mi corazón sabía que algo no estaba bien, me sentía muy incómodo conmigo mismo y un vacío comenzó a crecer en mí. Me sentía sucio físicamente, era como si mis manos estuvieran embarradas de lodo. A pesar de todo esto, Jesús nunca se apartó de mí. 

Tiempo después me invitaron a servir en un campamento de mi congregación y aunque me seguía sintiendo sucio e incómodo decidí ir. Sin duda fue una de las mejores decisiones que he tomado, la pasé muy bien y el último día del campamento, uno de mis mejores amigos que se me acercó y me dijo: “Gracias por tu corazón, Jesús te usó mucho y le diste una esencia diferente a todo, nos hacía mucha falta alguien como tú”. Seré muy sincero, en ese momento no entendí el porqué Jesús quería seguir conmigo, después de que yo había visto y hecho tantas cosas malas. 

¿Recuerdas al inicio que te pregunté el porqué Jesús había nacido en ese pesebre? Bueno, pues ese pesebre es como nuestro corazón, está sucio y a pesar de eso Jesús decide estar ahí porque nos ama, su amor va más allá de nuestra imperfección. Jesús nació en un pesebre humilde para que cualquiera pueda acercarse a Él sin miedo, con fallas y errores, para que Él lo transforme con su amor en algo nuevo y perfecto.