Complaciendo a Las Personas

Sus ojos están en todas partes, observando cada movimiento que haces. Alaban, ridiculizan, analizan, escudriñan y emiten juicio tras juicio, y sus palabras pueden infligir heridas tan profundas que necesitarán años para sanar.

Fans, críticos, reclutadores y medios de comunicación. Padres, amigos, compañeros y rivales. Todos tienen algo que decir y algunas de sus voces tienen un peso tremendo en nuestras vidas. Ya sea que nos demos cuenta o no, podemos dejar que sus opiniones dicten cómo vivimos nuestras vidas y abordamos nuestros deportes. Por eso es tan importante que aprendamos a centrarnos en la única audiencia que debería tener ese tipo de autoridad sobre nosotros: nuestro amoroso Padre Celestial, lleno de gracia.

Ahora bien, el deseo de complacer a los demás no es del todo malo. Es divertido ver a otros deleitarse con nosotras y contribuir a su felicidad. Sin embargo, el problema surge cuando hacemos las cosas con un esfuerzo por ganarnos la aceptación que creemos que nos hará sentir valiosas y dignas.

De niñas, ganamos confianza y autoestima con las palabras de afirmación que nos ofrecen los padres y las figuras de autoridad influyentes. Cuando esas palabras están ausentes o son reemplazadas por comentarios negativos y despectivos, nos vuelven inseguras y creemos que no valemos nada y debemos "hacerlo mejor" para ganarnos la aprobación que falta.

La verdad es que no tienes que complacer a una sola persona en el mundo para lograr la validación que anhelas, y no tienes que hacer nada para ganarte el amor de Dios. Ya tienes toda la aceptación y la validación que podrías desear simplemente porque Dios elige dárnosla. No podemos ganarla y nunca la mereceremos. Todo lo que podemos hacer es agradecerle por ello y aceptar su amor libre e incondicional, que se manifestó claramente en la cruz cuando Jesús murió por nosotras.

Ninguna cantidad de puntos obtenidos, trofeos ganados o récords establecidos aumentará o disminuirá tu posición ante los ojos de Dios. Y aunque es bueno tener la aprobación de la gente, descubrirás que no la necesitas. Su inigualable amor y aprobación es más que suficiente.

Preguntas:

1. ¿La aprobación de quién buscas y cómo intentas ganártela?

2. ¿Hasta qué punto sientes que tienes que ganarte la aprobación y el amor de Dios? ¿Cómo intentas ganarlo?

3. ¿Qué dice Su Palabra acerca de cómo nos da Su amor?