¿Limpiamos? Muestra

Llegamos al final de esta semana en la que hemos estado hablando acerca de la pureza. Me gustaría terminar este tema reflexionando contigo sobre aquel lugar en el que la pureza es manifestada en su máxima expresión: el Cielo. 

El apóstol Juan describe la visión que recibió de una parte del Cielo, diciendo que “la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa… Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:18, 22-23).

¡Wow! La pureza del Cielo es tan grande, que incluso el oro es transparente. La gloria de Dios llena el Cielo, y en Su luz no hay ningún lugar para las tinieblas. ¿Te imaginas cómo será cuando estés ahí? ¿Cuán diferente piensas que serás de lo que eres ahora? Allí habrá gozo profundo, honra, amor, bendición y no habrá más miedo, ni condenación, ni complejos, ni envidias, ni nada impuro. 

Si ese será tu lugar por la eternidad, ¿no piensas que sería bueno empezar a prepararte ya para ello? ¡Sí, empieza a vivir hoy como lo harás cuando estés en el Cielo! Deja que el Reino de Dios se manifieste en tu vida, y que se extienda a través de ti. 

Dale gracias por Su amor, y porque será increíble cuando lleguemos al Cielo y podamos verlo cara a cara; que te ayude a vivir ya en esa pureza, en ese gozo, en ese amor que experimentaremos cuando estemos allí. Que tu vida sea cada vez más limpias y transparentes, llenas de Su bendición, para gloria de Su Nombre.