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Lo mejor para Dios

En el Antiguo Testamento encontramos muchas historias en las que vemos que el pueblo de Israel ofrecía lo primero de sus recursos, fuesen cosechas de los cultivos, ganado o incluso a sus hijos. Pero hubo un rey llamado David que entendía el concepto de darle a Dios no solamente lo primero sino lo mejor, por esta razón Dios lo consideró alguien excelente.

En una ocasión, el rey David deseó agua del pozo de Belén. En ese tiempo los filisteos tenían una guarnición en Belén, es decir, el enemigo estaba situado en el mismo lugar donde se encontraba el pozo de agua del que deseó David.

Tres hombres valientes, que eran los principales del ejército de Israel, entraron al campamento de los filisteos, sacaron el agua del pozo y la llevaron a David. Cuando se la entregaron él no la quiso beber, sino que la derramó para Dios porque entendió que el precio que costó esa agua era la vida de los tres hombres.

Día a día trabajamos y obtenemos ganancia, ya sea monetaria o en especie, implica parte de nuestro esfuerzo y de nuestra vida, así como el agua del pozo de Belén representaba la vida de los tres hombres principales del ejército de David.

Dios no nos obliga a darle parte de todas nuestras ganancias, pero sí nos dice que si lo honramos con nuestras riquezas y con lo mejor de nuestra producción, entonces Él hará que nuestra casa abunde de su provisión y cubrirá toda necesidad que tengamos, porque en el corazón de Dios está el bendecirnos con más de lo que tenemos, pero para que lo haga debemos honrarlo con lo mejor que tenemos.

Oración

Padre, te doy gracias porque sé que quieres bendecirme y llenar mi casa de tu presencia, te pido que me ayudes a entender que todo lo que tengo viene de ti y que Tú mereces lo mejor de mí; enséñame a desprenderme de lo que te pertenece y permíteme comprobar que tu Palabra es verdad a través de mi generosidad. Te pido que me des un corazón correcto delante de ti para que te brinde lo que Tú esperas de mí. En el nombre de tu amado hijo Jesús, amén.