Proverbios y promesasMuestra

Dar con el corazón correcto

¿Se puede diezmar sin ser generoso? Sí, los fariseos lo hacían, eran diligentes y exactos al diezmar. No estaba mal el hacerlo sin embargo, estaba mal el motivo por el cuál diezmaban. Los fariseos no lo hacían porque amaban a Dios, diezmaban porque amaban el beneficio que les daba el diezmo. Amaban el éxito, los primeros lugares en sociedad, ser alguien importante, y para ellos el diezmo era un medio para conseguir éxito.

Los padres solemos decir cosas como: "puedes comer el postre, pero primero las verduras. Puedes salir a jugar, pero primero la tarea”; damos alguna recompensa o “domingo” si en la semana nuestros hijos cumplieron sus deberes. Cuando creces entiendes que no es que no quieren que juegues, es que quieren que aprendas a ser responsable y a ser saludable.

La razón por la cual instauramos este sistema de responsabilidad–recompensa no es para que lo hagan solo a cambio del “domingo”. La recompensa fue una motivación, pero la razón por la cual la instauraste fue para que aprendieran a ser personas responsables, serviciales, que aman y honran a su familia.

De la misma manera, Dios no nos pide diezmos y ofrendas porque quiere hacernos la vida difícil. Dios nos los pide porque quiere proveernos, y porque como buen Padre, quiere enseñarnos a ser responsables y a ponerlo a Él en primer lugar, porque al hacerlo nuestra vida va a mejorar.

Dios sí va a recompensarte. La humildad y honra tienen remuneración (Prov. 22:4), pero ese no es el motivo por el cual damos. Dios quiere cambiar tu corazón. No perseguimos la recompensa, seguimos a Jesús, y nuestro objetivo es amarlo por sobre todas las cosas con todo el corazón, toda el alma, mente y fuerzas.

¿Cómo no dar, cuando Él nos dio todo? Somos generosos en respuesta a su amor, ponemos a Dios primero porque Él nos amó primero. Y cuando ponemos a Dios primero, estamos imitando a Jesús.

Oración

Jesús, tú eres lo primero y lo mejor en mi vida; diste tu amor inexplicable y entregaste tu vida por amor a mí dándome vida eterna y todo lo que necesito. Mi corazón responde con agradecimiento y con generosidad hacia ti y hacia los demás. Hoy decido ponerte en primer lugar en mi vida, por encima de mis ambiciones y de la búsqueda de mi propio éxito; no perseguiré solo tus beneficios, perseguiré tu corazón y tu reino, sé que lo demás vendrá por añadidura. Jesús enséñame a ser cada vez más como tú. Amén.