Equipadas - Ayer y hoyMuestra

Cuando Pablo llegó a Atenas descubrió innumerables ídolos. La ciudad estaba llena de altares, ídolos y templos para muchos dioses distintos. Tenían hasta un altar al dios no conocido para no hacer enojar a ningún dios que quedara sin ser adorado.

Lo que los atenienses estaban haciendo sin saberlo, de acuerdo con Pablo, era establecer un altar al Dios del cielo y de la tierra. Su deseo de adorar a un dios al que ellos no entendían mostró su apertura y necesidad del evangelio.

El Dios del cielo y de la tierra no puede ser contenido por templos o casas hechas por el hombre. Él es el que da la vida. No puede ser contenido. No hay nada que podamos darle a Dios. Nuestra adoración lo honra, pero no necesita nada de nosotras. Podemos descansar en la verdad de que no hay nada que podamos hacer para que Dios nos ame más o menos. Él solo es bueno y, solo Él, es digno de alabanza. 

Padre Dios, solo Tú eres digno de alabanza. Solo Tú, digno de adoración. Ayúdame a identificar los dioses falsos e ídolos en mi vida a los que les doy mi tiempo y atención. Ayúdame a enfocarme en Ti cuando sea tentada a desviarme de la verdad. En el nombre de Jesús, amén.