¿Cómo puedo estar en paz aunque no tenga provisión sobrenatural?

¿Te ha pasado que piensas en todas las maneras en cómo Dios puede dar la respuesta a tu milagro? ¿Has sentido esa necesidad de “ayudarle” para que haga pronto aquello que tú tanto esperas? Bueno, si te ha pasado, no eres el único.

Hace unos años, mi esposo y yo andábamos en un auto que se caía a pedazos, le fallaba el aire acondicionado (teníamos temperaturas de hasta 90 grados Fahrenheit), las ventanas se bajaban solas y las sosteníamos con unos pedazos de silicona. Lo mejor de nuestro “correcaminos” (auto), era que todos sabían cuando llegábamos, puesto que el tubo de escape se le había caído y lo teníamos pegado con alambre, por lo que, al andar, sonaba muchísimo: ¡era muy particular!

Lejos de sentirnos mal, nos daba mucha risa. Recuerdo con mucho cariño a mi esposo haciendo sus remiendos para poder transportarse e ir el siguiente día a trabajar. Oramos durante muchos meses para poder tener otro carro y, cuando vimos uno, estando muy cerca de comprarlo, el Señor hizo un milagro: encontramos una mejor opción, con un valor mucho menor del que habíamos esperado y en mejores condiciones físicas.

¿Estás a la espera de un milagro de provisión y la realidad te abruma quitándote la paz?

¿Qué podemos hacer?

Uno de los mayores secretos de la fe es tener esa confianza en lo que no vemos, saber que llegará aquello que Dios nos ha prometido. Pero, también, aprender a soltar la ansiedad de la espera. El contentamiento es esa capacidad de gozarte lo que tienes ahora y comprender que su paz no viene de lo que tienes o vives, sino de vivir la palabra de Dios.

Repite conmigo esta oración basada en Hebreos 11:1

Padre, gracias por tu amor. Hoy decido confiar en tus milagros aunque no los pueda ver aún. Creo en ti aunque no comprenda cómo vas a hacer este milagro que tanto espero. Reposo en tu soberanía, tengo expectativa de lo que viene. En el nombre de Jesús.