Reflexiones ¡de Película! en AISLAMIENTOMuestra

     AMÉN

 Frente al terrorífico escenario de la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán insta al químico Kurt Gerstner a encontrar una manera efectiva de sanear las cámaras de gas donde asfixiaban a los judíos, para así acelerar los períodos de matanza diaria. Eran tan numerosas las capturas, que la demanda de mayor espacio donde poder aniquilarlos era apremiante.
Cuando Kurt se enteró de lo que se estaba llevando a cabo, primero se resistió al pedido militar, y luego propuso que tomen a otra persona para que haga ese trabajo. Pero finalmente, y ante el horror, decidió obedecer la orden militar, no por sumisión o lealtad patria, sino para ser los ojos de Dios en medio de ese infierno. Verlo todo, para luego atestiguar en contra del nazismo.
Entretanto, Gerstner recurrió a representantes de los países aliados europeos y americanos tratando de detener este genocidio. Apeló a los pastores protestantes y la iglesia católica para que se manifestaran en contra, pero nadie reaccionó.
¿Estaba actuando bien Kurt acelerando la mortandad de los judíos para que sufrieran menos? O por el contrario, ¿debía pensar en que cuantos más judíos morían, más culpable él se convertía? Más allá de la conclusión a la que cada uno pueda arribar, Gerstner entendió que su misión ante tal aberración en la cual estaba inmerso, era observarlo todo para luego demandar justicia siendo una voz verdadera entre tantas mentiras.