30 días de salud emocionalMuestra

365 por diez es igual a 3,650 días. Esas son las mañanas que mi esposo y yo hemos compartido como marido y mujer, y aún así le pregunto: "¿Realmente me amas?" La mayoría de los días comienzan de la misma manera. Tomarme un café, comer desayuno, abrazar a mi marido y decirle "te amo.” Lógicamente ya sé que él me ama, pero mi corazón todavía necesita escuchar esas palabras cada mañana.

Cuando se le olvida decírmelo, o se va apurado, o quizás hemos dejado que el silencio forme una pared separándonos, me siento tentado a dudar de su amor. Necesito que mi esposo me ayude, que reprima esa mentira y me diga directamente: "Andrea, nunca dejaré de amarte. Nunca."

También se me olvida esto entre mi relación con Dios. No importa cuántas veces haya escuchado sermones gritando el amor y la fidelidad de Dios, necesito recibir esas verdades directamente de la fuente. Todos los días. Estoy desesperado por que Dios dicte mi identidad con cada amanecer al leer mi Biblia: “Eres mi elegida, amada hija que he creado y que es digna de Mi amor. Incluso cuando te equivocas, Jesús es suficiente para levantarte de nuevo.”

Desde antes creía que leer la Biblia era algo reservado para creyentes perfectos que querían estar recordados de su propia santidad. Pero por más tiempo que leo las Escrituras, más me doy cuenta que son para las personas imperfectas como yo. Las palabras de Dios nos recuerdan que está bien que no lo tenemos todo resuelto. Señalan el hecho de que Jesús fue perfecto y por eso no tenemos que luchar para la perfección. Solo necesitamos tener fe en Él que sí es perfecto.

Al abrir nuestras Biblias cada mañana, podemos comenzar nuestro día como el versículo de hoy, asegurándonos de que el Dios del universo nos ama inmensamente.

~ Andrea Chatelain