Reflexiones ¡de Película! de ACCIONMuestra

RAPIDO Y FURIOSO 7

Después de una continua saga de películas que hicieron historia en cada una de sus apariciones, se produjo la número 7; lanzada al mercado en Abril de 2015. Como es habitual, el rodaje gira en torno a carreras de autos callejeros, de altísimo valor y gran estética; que incluyen, por supuesto, las siempre presentes mujeres hermosas que acompañan a los intrépidos conductores. En medio de grandes ciudades, o a lo largo de caminos solitarios, este grupo de amigos se juega la vida disputando competencias contra sus adversarios, a quienes con gran destreza y maniobrabilidad, vencen una y otra vez. 

Sin embargo, esta entrega tiene la gran particularidad de contrastar la ficción de un filme con la contundente crudeza de la realidad. Pues el 3 de Diciembre de 2014, se conoció la noticia de que Paul Walker – uno de los personajes principales de la saga – falleció en un accidente de tránsito yendo como acompañante en un lujoso Porsche. Los análisis del accidente determinaron que el vehículo iba a excesiva velocidad, chocando primeramente contra un poste de luz y luego contra un árbol, hasta finalmente terminar incendiándose. 

Una advertencia de antaño decía: “los hechos de la siguiente película son ficticios, no intente hacer esto en su casa”. Y evidentemente, tal anuncio tendría que continuar apareciendo en la pantalla grande, para evitar que no solamente ingenuos adolecentes y jóvenes, sino también experimentados adultos (e incluso protagonistas de películas), caigan en la trampa de querer vivir con ficción la realidad misma. 

De hecho, uno de los grandes dilemas del hombre moderno es diferenciar la ficción de la realidad; una corrida virtual, o una carrera de verdad. Si tan solo recordáramos que en la cotidianidad no tenemos un botón “deshacer” o “eliminar” tan a mano, ni la facilidad de detener una acción con un simple botón rojo… probablemente nuestro comportamiento sería más prudente. Habrá que seguir insistiendo que la vida no es una fantasía; que los peligros son reales y la mayoría de nosotros no contamos con aptitudes especiales que nos permitan ser inmunes a los riesgos permanentes. Así que, si subes a un auto, no seas ni tan rápido ni tan furioso, ni confíes demasiado en ti mismo.