El Menos FavoritoMuestra

JOSÉ

Nuestro último ejemplo clásico del menos favorito es José, el hijo de Jacob. Primero, sus hermanos le tenían envidia. Albergaban malos pensamientos y sentimientos contra él. Incluso llegaron a conspirar contra su vida. Después de pensarlo  detenidamente, decidieron perdonarle la vida y venderlo como esclavo en Egipto.

Después de la transacción, trabajó como esclavo para Potifar, un funcionario de Faraón. Dios empezó a prosperar a su amo por medio de él, pero, para colmo de males, es acusado falsamente y encarcelado por un acto indecente que no cometió. 

Mientras estuvo en prisión, se ganó la confianza del encargado de la prisión y le encargó muchas responsabilidades. Cuando el copero y el panadero del rey llegaron acusados de traición, José les ayudó a interpretar sus sueños. Y aunque el copero fue liberado y restituido a su puesto, se olvidó por completo de José. Por dos años enteros. Silencio, abandono, olvido. Hasta que un día Dios orquestó una oportunidad, no solo para su liberación sino para el propósito grande que Él tenía para José. Interpretó correctamente los sueños del Faraón y el resto es historia. Se convirtió en el segundo en mando en Egipto y fue el instrumento de Dios para la salvación de miles de personas, su familia y la nación de Israel. 

¿Su secreto? Confiar plenamente en Dios. En el desierto, en prisión, en tiempos de hambre, Dios estaba con él. Dios usó una vez más al menos favorito. Y si Dios usó a estos hombres y mujeres que no lucían muy prometedores, seguramente te usará a ti. No dejes de creerle que la mejor parte de tus historia, Dios no la ha escrito todavía. A él le encanta usar a los menos favoritos, personas como tú y como yo.

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