Cómo el evangelio satisface nuestras necesidades más grandesMuestra

Las historias de salvación y redención tienen inicios tristes

Todas las historias de salvación y redención tienen un comienzo triste o, al menos, un punto medio triste en la trama. La emoción que sentimos por una historia sólo funciona cuando el personaje necesita ser salvado o redimido de algo, y cuanto más imposible parezca la situación, más dulce será la salvación.

El evangelio nos revela lo mucho que necesitamos la salvación. Si bien nos ofrece la cura, sin un entendimiento claro de nuestra enfermedad, no podremos aceptarla.

Dicho esto, tengo algunas malas noticias:

Todos hemos sido sentenciados a muerte.

Dios creó un mundo perfecto y en él creó a dos personas a Su imagen: Adán y Eva. Por un tiempo todo estuvo bien en el mundo. Dios mismo dijo que todo ≪era bueno≫. Adán y Eva vivían en armonía con Dios y como imágenes perfectas de Él.

Pero luego el pecado ingresó en la historia. El pecado no era –y no es– elegir la cosas malas sobre las buenas: es una condición que está dentro de la humanidad que conduce a la muerte y la vida sin Dios. El pecado fracturó la creación perfecta. Debido a esto, las personas ya no pueden vivir de acuerdo a su diseño como portadores representantes de la imagen de Dios. Hoy vivimos como imágenes fracturadas, deseando ser completos pero incapaces de arreglarnos por nuestra propia cuenta.

Las Escrituras de hoy demuestran estas malas noticias. No son inspiradoras ni alentadoras, pero mientras los lees, no olvides que los versículos que leíste ayer. Ten en cuenta de que estamos examinando una historia de redención y que recién estamos en el comienzo. Mañana comenzaremos a ver cómo nos salva Jesús; pero antes que las noticias sean dulces, tenemos que saborear la acidez de nuestro pecado. Tenemos que ver el triste comienzo para apreciar el final redentor.