Tras las pisadas de JesúsMuestra

No hay excusas 

Mientras Jesús comía en la casa de un fariseo importante, otro invitado dio lo que pareció ser una entusiasta aprobación de su enseñanza. Como ocurría a menudo con sus oyentes, el hombre no entendía la clase de Reino que Jesús había venido a establecer. Jesús entonces contó una parábola mostrando que, aunque Él invita a todos al Reino de Dios, sólo quienes aceptan la invitación serán parte del mismo.

El gran banquete en esta parábola fue preparado por alguien que representaba al Señor. Este es un cuadro de nuestra celebración en el cielo cuando nos reunamos allí con los redimidos. Al proseguir Jesús con el relato, introdujo el cuadro de los que recibieron una invitación, pero que la rechazaron.

La gente que fue invitada al banquete no pagó por la comida ni la preparó. Todos los gastos y esfuerzos corrieron por cuenta del anfitrión. Esa es una hermosa ilustración de la salvación por gracia, porque debemos recordar que no podemos hacer nada para ganarnos la salvación. La disfrutamos porque Jesús pagó el precio y nos invita a una fiesta espiritual.

La intención de Jesús fue que las excusas para rechazar la invitación sonaran ridículas. Las mismas muestran lo irrazonable que la gente es al tratar la invitación del Señor de la misma manera. Un hombre esperó que el anfitrión creyera que él había comprado una propiedad sin ir a verla de antemano. Otro supuestamente compró cierto ganado sin primero examinarlo. La última excusa podría parecer la más válida, pero era tan débil como las demás. El hombre que recibió la invitación se había casado hace poco, pero unas horas en el banquete no estorbarían sus deberes hogareños.

Como los primeros que recibieron las invitaciones las rechazaron, el anfitrión envió a sus criados a invitar a personas menos privilegiadas. Eran las que no tenían dinero para comprar buena comida, y a quienes no se les invitaba a los banquetes. Fueron y llenaron la sala del banquete. Representaban a los pecadores que acudían a Jesús mientras este era rechazado por los que miraban con cierto desdén a esas personas y no se asociaban con ellas.

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