Eres increíbleMuestra

Dios es luz

Grande, eres increíble

Venciste las tinieblas

Éste es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Dios es luz. El Hijo de Dios hecho hombre, por quien subsisten todas las cosas, en quien está la vida también es luz: Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Trajo la luz y es la luz del mundo, la luz que echa fuera toda tiniebla. Cuando llega la luz, las tinieblas huyen ante su sola presencia; es cuestión de autoridad.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Jesucristo venció las tinieblas. Jesucristo es luz y nos hizo luz para que brillemos en medio de las tinieblas de este mundo. Antes de Cristo, éramos tinieblas, participábamos de su manera de pensar y de actuar. Estábamos lejos de Dios. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.

Pero el Padre nos libró del poder que las tinieblas tenían sobre nosotros, el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, reino de luz, para que andemos en luz, manifestando obras de la luz. El apóstol Pablo lo explicó con claridad en la primera carta a los Tesalonicenses: Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Somos hijos de luz, eso marca una característica que nos diferencia de las tinieblas. Ahora la esencia del Padre está en nosotros.

¿Hay acaso una manera de andar en luz? Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Una vida que está en comunión con otros, muestra la luz de Dios. Una vida que anda en buenas obras preparadas de ante mano para que anduviésemos en ellas, muestra que es luz en medio de las tinieblas de este mundo. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. No es solo decir que permanecemos en él, es demostrarlo con la vida, con los pensamientos, con las decisiones, con las acciones, siendo iglesia, siendo cuerpo de Cristo, siendo hijos obedientes que son luz en todo momento, en toda circunstancia.