Eres increíbleMuestra

Dios soberano

Rey de reyes, asombroso, incomparable

Eres increíble, Todopoderoso

El apóstol Pablo, escribió en la primera carta a Timoteo, reconociendo a Jesucristo como solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores. Qué verdad tan profunda y que necesita entendimiento en el espíritu, corazón y mente de los hijos de Dios. No podemos pasar por este texto bíblico sin entender su soberanía, su realeza y señorío.

Su soberanía

Cuando hablamos de la soberanía de Dios, implica que Él hace en su creación según su voluntad, no como un capricho, sino que gobierna por su infinita sabiduría, dirige las cosas para manifestación de su infinita gloria dentro de su propósito eterno. Así entendemos que Dios hace todas las cosas según el designio de su voluntad. No interviene nuestra voluntad, ni nuestro deseo. Lo que rige a Dios es su propósito eterno.

Su realeza

Los títulos son importantes porque no solo dicen quién es una persona y cuál es su trabajo, sino que en este caso, también explican que no es exclusivamente rey en términos meramente humanos adquiridos por derechos de genealogía pues Jesús era descendiente de David. Tampoco es el rey más grande que hayan visto los siglos, ni es un emperador soberano sobre todos; no, el nombre Rey de reyes, es infinitamente más grande que todo eso. Determina la función que fue encomendada por el Padre, Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.

Su señorío

No es tan solo una verdad que hace que la creación subsista por Él, sino una realidad espiritual que trasciende a lo eterno. Su señorío también gobierna la mente de los hijos de Dios, donde conoce los diseños divinos y ejerce su voluntad en la tierra. Donde la voluntad de los hijos se alinea a la voluntad de Dios. Su señorío se manifiesta en sus gobernados, es por eso que nos hizo templo del Espíritu Santo, ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? ¿Para qué? Para que lo manifestemos. 

¡Qué gran privilegio! Que los hijos de Dios seamos templo, Dios no quiso un templo hecho de manos humanas ni la mejor madera del mundo ni el oro y la plata más pura. Él quiso algo con origen divino, quienes fuimos hechos a su imagen y semejanza. Quienes fuimos hechos sus hijos por el sacrificio de Jesús en la cruz.