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Crecer en el conocimiento de CristoMuestra

Crecer en el conocimiento de Cristo

DÍA 4 DE 7

El crecimiento es cuestión de lo que somos


El crecimiento no depende de lo que nosotros conocemos o sabemos naturalmente. Nuestro desarrollo mental, puede superar por mucho nuestro desarrollo espiritual. Un «niño prodigio», independientemente de lo que pueda ser en círculos musicales o educacionales, es un objeto digno de compasión en la esfera espiritual, y acaba mal. El neófito (novato, principiante), sí es capaz de percibir abstracciones, puede captar rápidamente mucha verdad en su mente, pero no permitan que él asuma que, por consiguiente, ha llegado a una plena madurez.


Pablo presenta, en su primera carta a los Corintios, este fenómeno en la vida de algunos creyentes de esta comunidad, que cayeron bajo este engaño. Fueron enriquecidos en «todo conocimiento, o toda ciencia»; operaron en todos los dones; asumieron ser sabios; todos presumían ser maestros; incluso permitieron que sus mentes se desmandaran con la verdad cardinal de la resurrección. El hecho es, que ellos eran ignorantes, carnales y nada más que niños. Usaban su «ciencia» (conocimiento) para dañar a algunos de sus hermanos, porque tal ciencia (conocimiento) envanece, pero el amor, edifica.


El crecimiento, por lo tanto, es completamente una cuestión acerca de lo que somos. La segunda epístola de Pedro nos exhorta a «crecer en la gracia», comienza con una excelente declaración de lo que es el crecimiento realmente. Ella dice: «vosotros poned toda diligencia en añadir a vuestra fe virtud, a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal, y al afecto fraternal, el amor».


Todos hemos empezado con fe, pero, si ella ha de servir de mucho, debe añadírsele la virtud o coraje. El coraje, debe ser controlado por el conocimiento. El conocimiento, debe ser temperado por la moderación o dominio propio. La moderación o dominio propio, ha de desarrollarse en paciencia (o resistencia). La paciencia (o resistencia), engendra piedad. La piedad, produce y desarrolla afecto fraternal. El amor, el amor divino, corona y amarra todo junto, en el corazón del creyente.


Estas cosas, tomen nota, deben estar «en nosotros y deben abundar». No son cosas que uno debe ponerse encima, de la misma forma que una persona se pone un vestido, sino que deben ser producidas interiormente en el poder del Espíritu Santo, de manera que lleguen a ser parte inherente de nosotros mismos.


El apóstol Pedro estaba deseando realmente que los rasgos de la hermosa vida de Cristo se reprodujeran en estos creyentes. El crecimiento, entonces, es una cuestión de carácter, pues en la medida que crecemos en la gracia y el conocimiento de Dios, somos moldeados más y más en conformidad a Cristo. 

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Crecer en el conocimiento de Cristo

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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño, de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información sobre los ministerios, visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com

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