Yo sé que soy pecador de nacimiento; pecador, desde que me concibió mi madre. Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí. No me alejes de tu presencia ni me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu de obediencia me sostenga.
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Siempre es un buen momento para comenzar de nuevo y dejar que Dios reconstruya nuestra vida y construya su obra en nosotros, su inagotable amor es capaz de restaurar todo. Experimentar la paz que sólo Dios con su Palabra puede darnos es insuperable, eso es...
Perdonar es un acto de amor, gracia y misericordia, todos en algún momento de nuestra vida necesitamos perdonar y pedir perdón, pues todos fallamos. Dios mismo nos muestra su perdón día a día y sin duda este es el mayor acto de amor a la humanidad, aprendamos a perdonar como Dios nos perdona.
La rutina ministerial, muchas veces nos lleva a cansancio, desconexión, falta de pasión y por ende pérdida de propósito. Muchos atravesamos etapas en nuestra vida de servicio a Dios, nunca nos detenemos. Te animo a poder unirnos en estos días, para aprender a detenernos, examinarnos y dar pasos seguros en Dios.
Este plan de lectura nos guía a través de la Palabra de Dios a identificar las consecuencias que podríamos estar experimentando por haber practicado filosofías, creencias o tradiciones relacionadas con lo oculto, nos anima a buscar apoyo dentro de la congregación y nos muestra cómo podemos ser libres de las ataduras que todo esto provoca.
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