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SALMOS 74:1-17

SALMOS 74:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

¿Por qué, Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte Sion, donde has habitado. Dirige tus pasos a las ruinas eternas, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario. Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus estandartes por señal. Son como los que levantan el hacha en medio de un tupido bosque, y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. Han puesto a fuego tu santuario, han profanado el tabernáculo de tu nombre, y lo han echado a tierra. Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos de una vez!». ¡Han quemado todas las moradas de Dios en la tierra! No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. ¿Hasta cuándo, Dios, nos insultará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente contra tu nombre? ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; el que obra salvación en medio de la tierra. Dividiste el mar con tu poder; quebraste cabezas de monstruos en las aguas. Aplastaste las cabezas del Leviatán y lo diste por comida a los habitantes del desierto. Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste.

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SALMOS 74:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado? Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas. Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo! Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria. Parecen leñadores en el bosque, talando árboles con sus hachas. Con sus hachas y martillos destrozaron todos los adornos de madera. Prendieron fuego a tu santuario; profanaron el lugar donde habitas. En su corazón dijeron: «¡Los haremos polvo!», y quemaron en el país todos tus santuarios. Ya no vemos ondear nuestras banderas; ya no hay ningún profeta, y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto. ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Para siempre insultará tu nombre el enemigo? ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos? Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra. Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos. Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto. Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes. Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol; trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno.

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