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MARCOS 3:7-21

MARCOS 3:7-21 La Palabra (versión española) (BLP)

Jesús se fue con sus discípulos a la orilla del lago y lo siguió una gran multitud de personas procedentes de Galilea; y también de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la orilla oriental del Jordán y de la región de Tiro y Sidón acudió a Jesús mucha gente que había oído hablar de todo lo que hacía. Jesús mandó a sus discípulos que le preparasen una barca para que la multitud no lo aplastara. Había curado a tantos, que todos los que tenían alguna enfermedad se echaban ahora sobre él para tocarlo. Y hasta los espíritus impuros, al verlo, se arrojaban a sus pies, gritando: —¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús les ordenaba severamente que no lo descubrieran. Después de esto, Jesús subió al monte y llamó a los que le pareció bien. Y se acercaron a él. También designó a doce, a quienes constituyó apóstoles, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder para expulsar demonios. Los doce designados fueron: Simón, al que puso por sobrenombre Pedro; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamó Boanerges, que significa «hijos del trueno»; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que más tarde lo traicionó. Jesús llegó a casa y otra vez se juntó tanta gente, que ni siquiera les dejaban comer. Cuando algunos de sus parientes se enteraron, vinieron con la intención de llevárselo a la fuerza, porque decían que estaba loco.

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MARCOS 3:7-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. Al oir hablar de las grandes cosas que hacía, acudieron también a verle muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del lado oriental del Jordán y de la región de Tiro y Sidón. Por eso, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una barca, para evitar que la multitud le apretujara. Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarle. Y cuando los espíritus impuros le veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban: –¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús les ordenaba con severidad que no hablaran de él públicamente. Después subió Jesús a un cerro y llamó a quienes le pareció conveniente. Una vez reunidos, eligió a doce de ellos para que le acompañasen y para enviarlos a anunciar el mensaje. Los llamó apóstoles y les dio autoridad para expulsar a los demonios. Estos son los doce que escogió: Simón, a quien puso por nombre Pedro; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a los que llamó Boanerges (es decir, “Hijos del Trueno”); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, y Santiago hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que traicionó a Jesús. Después entró Jesús en una casa, y se juntó de nuevo tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Al saber que estaba allí, los parientes de Jesús acudieron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco.

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MARCOS 3:7-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió. Cuando se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón. Entonces, para evitar que la gente lo estrujara, encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una pequeña barca; pues, como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolencias se abalanzaban sobre él para tocarlo. Además, los espíritus malignos, al verlo, se postraban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él les ordenó terminantemente que no dijeran quién era él. Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para expulsar demonios. Estos son los doce que él nombró: Simón (a quien llamó Pedro); Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó. Luego entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí».

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