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Daniel 4:33 (NVI)

Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el pelo y las uñas le crecieron como plumas y garras de águila.

Daniel 4:3 (NVI)

¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación!

Daniel 4:37 (NVI)

Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.

Daniel 4:34 (NVI)

Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre.

Daniel 4:30 (NVI)

exclamó: «¡Mirad la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!»

Daniel 4:31 (NVI)

No había terminado de hablar cuando se escuchó una voz que desde el cielo decía: «Este es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado.

Daniel 4:35 (NVI)

Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tenido en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos.

Daniel 4:36 (NVI)

Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes!

Daniel 4:32 (NVI)

Serás apartado de la gente y vivirás entre los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y siete años transcurrirán hasta que reconozcas que el Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere».

Daniel 4:10 (NVI)

Y esta es la tremenda visión que tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra.

Daniel 4:21 (NVI)

Ese árbol tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos que alimentaban a todo el mundo; bajo su sombra se refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del cielo.

Daniel 4:14 (NVI)

y que fuertemente me gritaba: “¡Derriba el árbol y córtale las ramas; arráncale las hojas y esparce los frutos! ¡Haz que las bestias huyan de su sombra, y que las aves abandonen sus nidos!

Daniel 4:5 (NVI)

cuando tuve un sueño que me infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaron por mi mente me llenaron de terror.

Daniel 4:6 (NVI)

Ordené entonces que vinieran a mi presencia todos los sabios de Babilonia para que me interpretaran el sueño.

Daniel 4:7 (NVI)

Cuando llegaron los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos, les conté mi sueño, pero no me lo pudieron interpretar.

Daniel 4:24 (NVI)

»La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra ti, rey, es como sigue:

Daniel 4:29 (NVI)

Doce meses después, mientras daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia,

Daniel 4:18 (NVI)

»Yo, Nabucodonosor, tuve este sueño. Ahora tú, Beltsasar, dime qué es lo que significa, ya que ninguno de los sabios de mi reino me lo pudo interpretar. ¡Pero tú sí puedes hacerlo, porque en ti reposa el espíritu de los santos dioses!»

Daniel 4:28 (NVI)

En efecto, todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor.

Daniel 4:11 (NVI)

El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra!

Daniel 4:16 (NVI)

Deja que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años.

Daniel 4:20 (NVI)

La copa del árbol que veías crecer y fortalecerse tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra!

Daniel 4:13 (NVI)

»En la visión que tuve mientras reposaba en mi lecho, vi ante mí a un mensajero santo que descendía del cielo

Daniel 4:1 (NVI)

El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo, y a toda lengua: ¡Paz y prosperidad para todos!

Daniel 4:4 (NVI)

Yo, Nabucodonosor, estaba en mi palacio, feliz y lleno de prosperidad,

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