ZACARÍAS 7:1-14
ZACARÍAS 7:1-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
El año cuarto del reinado de Darío, en el día cuarto del noveno mes, es decir, en el mes de Quisleu, la palabra del Señor vino a Zacarías. En aquel tiempo el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor del Señor, y a preguntar a los sacerdotes que estaban en la casa del Señor de los ejércitos, y a los profetas: «¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia, como la hemos venido haciendo desde hace algunos años?». Recibí, pues, esta palabra del Señor de los ejércitos: —Di a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes: Cuando ayunabais y llorabais en el quinto y en el séptimo mes durante estos setenta años, ¿lo hacíais para mí? Y cuando comíais y bebíais, ¿no comíais y bebíais para vosotros mismos? ¿Acaso no son estas las palabras que proclamó el Señor por medio de los primeros profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y las ciudades de sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados? Recibió también Zacarías esta palabra del Señor: —Así ha hablado el Señor de los ejércitos: Juzgad conforme a la verdad; haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, sino que volvieron la espalda y se taparon los oídos para no oír; endurecieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que el Señor de los ejércitos enviaba por su espíritu, por medio de los primeros profetas. Por tanto, el Señor de los ejércitos se enojó mucho. «Y aconteció que, así como él clamó y no escucharon, también ellos clamaron y yo no escuché, dice el Señor de los ejércitos, sino que los esparcí como con un torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuera ni viniera; pues convirtieron en desierto la tierra deseable».
ZACARÍAS 7:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)
El año cuarto del reinado de Darío, en el día cuarto del noveno mes —el mes de Casleu—, el Señor dirigió su palabra a Zacarías. Betel-Sareser había enviado a Réguem-Mélec, junto con sus colaboradores, para implorar el perdón del Señor y preguntar a los sacerdotes del Templo del Señor del universo y a los profetas lo siguiente: —¿Debemos hacer duelo el quinto mes y ayunar tal como lo hemos hecho durante muchos años? Entonces el Señor del universo me dirigió su palabra en estos términos: —Di a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra: Cuando ayunabais y hacíais duelo en el quinto y séptimo mes desde hace ya setenta años, ¿acaso lo hacíais para honrarme a mí? Y cuando comíais y bebíais, ¿no lo hacíais acaso para vuestro provecho? Además, ¿no eran esas las palabras que el Señor pronunció por medio de los más antiguos profetas, cuando Jerusalén y las ciudades de su entorno estaban habitadas y vivían en paz, y cuando el Négueb y la Sefela estaban también habitados? De nuevo el Señor dirigió su palabra a Zacarías: —Así dice el Señor del universo: Juzgad con justicia y equidad, y practicad con vuestros hermanos el amor y la fidelidad. No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero o al pobre, y no maquinéis en vuestro interior nada malo contra el prójimo. Pero no me hicieron caso, sino que me volvieron la espalda y, rebeldes, rehusaron escucharme. Endurecieron como un diamante su corazón para no prestar oído a la ley ni a las palabras que el Señor del universo les dirigía inspirando a los antiguos profetas. A causa de ello el Señor del universo se enojó sobremanera. Y así como el Señor llamó y ellos no escucharon, así yo —dice el Señor del universo— tampoco los escuché cuando me invocaron, sino que los dispersé entre naciones que no conocían. La tierra quedó asolada cuando ellos la abandonaron y nadie pasaba por allí. Así es como convirtieron en desierto un país tan espléndido.
ZACARÍAS 7:1-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El día cuatro del mes noveno (llamado Quisleu), del cuarto año del gobierno del rey Darío, el Señor dirigió un mensaje al profeta Zacarías. En aquel tiempo, el pueblo de Betel había enviado a Sarézer y a Réguem-mélec, con sus hombres, a pedir la ayuda del Señor y a preguntarles a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor todopoderoso: “¿Habremos de seguir guardando luto y ayuno el quinto mes de cada año, tal como lo hemos hecho hasta ahora?” Entonces el Señor todopoderoso se dirigió a mí y me dijo: “Di a todo el pueblo del país y a los sacerdotes: ‘Vosotros ayunáis y guardáis luto el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, pero no lo hacéis para honrarme a mí; y cuando coméis y bebéis, lo hacéis para vuestro propio provecho.’ ” ¿Acaso no son estas las mismas palabras que el Señor pronunció por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba en paz y llena de gente, y lo estaban también las ciudades de alrededor y las regiones del Négueb y la llanura? El Señor se dirigió al profeta Zacarías y le dijo: “Esto es lo que yo ordeno: Sed rectos en vuestros juicios, y bondadosos y compasivos unos con otros. No oprimáis a las viudas, ni a los huérfanos, ni a los extranjeros, ni a los pobres. No penséis en cómo haceros daño unos a otros.” Pero el pueblo se negó a obedecer. Todos volvieron la espalda y se hicieron los sordos. Endurecieron su corazón como el diamante, para no escuchar la enseñanza y los mandatos que el Señor todopoderoso comunicó por su espíritu, por medio de los antiguos profetas. Por eso, el Señor se enojó mucho y dijo: “Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando me invoquen. Por eso los dispersé como por un torbellino entre todas esas naciones que ellos no conocían, y tras ellos quedó el país convertido en un desierto donde nadie podía vivir. ¡Un país tan hermoso, y ellos lo convirtieron en desolación!”
ZACARÍAS 7:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En el cuarto año del reinado del rey Darío, en el día cuatro del mes noveno, que es el mes de quisleu , la palabra del SEÑOR vino a Zacarías. El pueblo de Betel había enviado a Sarézer y a Reguen Mélec, y a sus hombres, a buscar el favor del SEÑOR y a preguntarles a los sacerdotes de la casa del SEÑOR Todopoderoso y a los profetas: «¿Debemos observar en el quinto mes un día de duelo y abstinencia, tal como hemos hecho todos estos años?» Vino entonces a mí esta palabra de parte del SEÑOR Todopoderoso: «Dile a todo el pueblo de la tierra, y también a los sacerdotes: “Cuando vosotros ayunabais y os lamentabais en los meses quinto y séptimo de los últimos setenta años, ¿realmente ayunabais en mi honor? Y, cuando coméis y bebéis, ¿acaso no lo hacéis para vosotros mismos?”» ¿No son estas las palabras que por medio de los antiguos profetas el SEÑOR mismo proclamó cuando Jerusalén y las ciudades cercanas estaban habitadas y tenían paz, cuando el Néguev y las llanuras del oeste también estaban habitadas? La palabra del SEÑOR vino de nuevo a Zacarías. Le advirtió: «Así dice el SEÑOR Todopoderoso: »“Juzgad con verdadera justicia; mostrad amor y compasión los unos por los otros. No oprimáis a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros ni a los pobres. No maquinéis el mal en vuestro corazón los unos contra los otros”. »Pero ellos se negaron a hacer caso. Desafiantes, volvieron la espalda, y se taparon los oídos. Para no oír las instrucciones ni las palabras que por medio de los antiguos profetas el SEÑOR Todopoderoso había enviado con su Espíritu, endurecieron su corazón como el diamante. Por lo tanto, el SEÑOR Todopoderoso se llenó de ira. “Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen —dice el SEÑOR Todopoderoso—. Como con un torbellino, los dispersé entre todas las naciones que no conocían. La tierra que dejaron quedó tan desolada que nadie siquiera pasaba por ella. Fue así como convirtieron en desolación la tierra que antes era una delicia”».