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ZACARÍAS 1:7-17

ZACARÍAS 1:7-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

A los veinticuatro días del mes undécimo, que es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío, llegó esta palabra del Señor al profeta Zacarías hijo de Berequías hijo de Iddo: Tuve una visión durante la noche: Vi a un hombre que cabalgaba sobre un caballo alazán y estaba entre los mirtos que había en la hondonada, y detrás de él se encontraban caballos alazanes, bayos y blancos. Entonces pregunté: —¿Quiénes son estos, señor mío? Y el ángel que hablaba conmigo me respondió: —Yo te enseñaré quiénes son estos. Y el hombre que estaba entre los mirtos dijo: —Estos son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra. Entonces ellos hablaron a aquel ángel del Señor que estaba entre los mirtos, y le dijeron: —Hemos recorrido la tierra, y hemos visto que toda ella está tranquila y en calma. El ángel del Señor exclamó: —Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has estado enojado durante setenta años? El Señor dirigió palabras buenas, palabras de consuelo, al ángel que hablaba conmigo. Entonces el ángel que hablaba conmigo me dijo: —Proclama: «Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Estoy profundamente enamorado de Jerusalén y de Sion. Pero estoy muy airado contra las naciones despreocupadas, pues cuando yo estaba un poco enojado, ellas se aprovecharon para agravar el mal. Por tanto, así ha dicho el Señor: Me vuelvo a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi Casa, dice el Señor de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén». Proclama también

ZACARÍAS 1:7-17 La Palabra (versión española) (BLP)

El día veinticuatro del undécimo mes —es decir, el mes de Sebat— del reinado de Darío, el Señor dirigió su palabra al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó, que se expresó en estos términos: —He tenido durante la noche una visión: vi a un hombre que estaba sentado en un caballo rojo entre los mirtos de la hondonada; detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos. Yo entonces pregunté: —¿Quiénes son estos, mi Señor? El ángel que hablaba conmigo me respondió: —Yo te indicaré quiénes son. Entonces intervino el hombre que estaba entre los mirtos y dijo: —Estos son los que ha enviado el Señor a recorrer la tierra. Ellos entonces se dirigieron al ángel del Señor y le informaron: —Hemos recorrido toda la tierra y la hemos encontrado tranquila y en calma. El ángel del Señor exclamó: —Señor del universo, ¿cuándo, por fin, te apiadarás de Jerusalén y de las ciudades de Judá contra las que llevas ya setenta años irritado? Entonces el Señor dio al ángel que me hablaba una contestación amable y consoladora. Así que el ángel que hablaba conmigo me dijo: —Proclama: «Esto dice el Señor del universo: Estoy profundamente enamorado de Jerusalén y de Sion, y es grande mi enojo contra las naciones que, seguras de sí mismas, se aprovecharon de que yo no estaba muy irritado [contra ellas] para intensificar su hostilidad. Por eso así dice el Señor: Miro compasivo a Jerusalén donde será reconstruido mi Templo —oráculo del Señor del universo— junto con el resto de la ciudad». Y proclama también: «Esto dice el Señor del universo: Mis ciudades rebosarán bienestar, el Señor colmará de nuevo a Sion de consuelo y Jerusalén podrá aún ser elegida».

ZACARÍAS 1:7-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Este es el mensaje que yo, el profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó, recibí del Señor el día veinticuatro del mes once (el llamado mes de Sebat) del segundo año del reinado de Darío. Una noche tuve esta visión: Vi un jinete montado en un caballo alazán. Estaba parado en un valle, entre unos arrayanes, y detrás de él había un grupo de caballos, unos alazanes, otros overos y otros blancos. Yo pregunté: “Señor, ¿quiénes son esos jinetes?” Y el ángel que hablaba conmigo me contestó: “Yo te mostraré quiénes son.” Entonces el que estaba entre los arrayanes dijo: “Estos son los que el Señor ha enviado a recorrer toda la tierra.” Los jinetes dijeron entonces al ángel del Señor que estaba entre los arrayanes: “Hemos recorrido toda la tierra, y la hemos encontrado tranquila y en paz.” El ángel del Señor dijo: “Señor todopoderoso, hace ya setenta años que estás enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo habrá de pasar aún antes de que vuelvas a tener compasión de ellas?” El Señor respondió con bondadosas palabras de consuelo al ángel que hablaba conmigo, y luego el ángel me ordenó que anunciara: “Esto dice el Señor todopoderoso: ‘Yo amo profundamente a Jerusalén y al monte Sión. Por eso mi furor se ha encendido contra esas naciones despreocupadas que, cuando yo estaba un poco enojado, ayudaron a agravar la maldad. Por lo tanto, yo, el Señor, digo: Ahora me he vuelto con compasión a Jerusalén, y haré que el templo y toda la ciudad sean reconstruidos.’ ” El ángel me dijo además: “Anuncia también esto: ‘El Señor todopoderoso dice: Yo haré que mis ciudades prosperen mucho otra vez; daré nuevo aliento a Sión y proclamaré de nuevo a Jerusalén como mi ciudad elegida.’ ”

ZACARÍAS 1:7-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

En el segundo año del reinado de Darío, en el día veinticuatro del mes de sebat , que es el mes undécimo, la palabra del SEÑOR vino al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó: Una noche tuve una visión, en la que vi a un hombre montado en un caballo alazán. Ese hombre se detuvo entre los arrayanes que había en una hondonada. Detrás de él había jinetes en caballos alazanes, bayos y blancos. Yo le pregunté: «¿Qué significan estos jinetes, mi señor?» El ángel que hablaba conmigo me respondió: «Voy a explicarte lo que significan». Y el hombre que estaba entre los arrayanes me dijo: «El SEÑOR ha enviado estos jinetes a recorrer toda la tierra». Los jinetes informaron al ángel del SEÑOR que estaba entre los arrayanes: «Hemos recorrido toda la tierra. Por cierto, la encontramos tranquila y en paz». Ante esto, el ángel del SEÑOR replicó: «SEÑOR Todopoderoso, ¿hasta cuándo te negarás a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has estado enojado estos setenta años?» El SEÑOR le respondió con palabras buenas y consoladoras al ángel que hablaba conmigo, y luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje de parte del SEÑOR Todopoderoso: »“Mi amor por Sión y por Jerusalén me hace sentir celos por ellas. En cambio, estoy lleno de ira con las naciones engreídas. Mi enojo no era tan grave, pero ellas lo agravaron más”. »Por lo tanto, así dice el SEÑOR: “Volveré a compadecerme de Jerusalén. Allí se reconstruirá mi templo, y se extenderá el cordel de medir, afirma el SEÑOR Todopoderoso”. »Proclama además lo siguiente de parte del SEÑOR Todopoderoso: »“Otra vez mis ciudades rebosarán de bienes, otra vez el SEÑOR consolará a Sión, otra vez escogerá a Jerusalén”».