ROMANOS 2:17-22
ROMANOS 2:17-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Ahora bien, tú te llamas a ti mismo judío, te apoyas en la ley y te glorías en Dios; conoces su voluntad e, instruido por la ley, apruebas lo mejor; estás convencido de que eres guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los ignorantes, maestro de niños, y tienes en la ley la clave del conocimiento y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de robar, ¿robas? Tú que dices que no se ha de cometer adulterio, ¿cometes adulterio? Tú que aborreces los ídolos, ¿saqueas sus templos?
ROMANOS 2:17-22 La Palabra (versión española) (BLP)
¿Y qué decir de ti? Alardeas de judío, confías en la ley y estás orgulloso de Dios. Dices que conoces su voluntad y que la ley te ha enseñado a discernir lo que es más valioso. Te consideras guía de ciegos, y luz de cuantos viven en tinieblas. Crees poseer el secreto de instruir a los ignorantes y de enseñar a los párvulos porque crees tener en la ley el compendio de toda ciencia y toda verdad. Pues bien, ¿por qué no aprendes, tú, que enseñas a los otros? ¿Por qué robas, tú, que exhortas a no robar? ¿Por qué cometes adulterio, tú, que condenas el adulterio en los demás? ¿Por qué haces negocios en sus templos, tú, que aborreces los ídolos?
ROMANOS 2:17-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Tú dices que eres judío, te basas en la ley de Moisés y te glorías de tu Dios. Conoces su voluntad, y la ley te enseña a escoger lo mejor. Estás convencido de que puedes ser guía de los ciegos y luz de los que andan en oscuridad; de que puedes instruir a los ignorantes y enseñar a los sencillos, ya que en la ley tienes la regla del conocimiento y la verdad. Pues bien, si enseñas a otros, ¿por qué no te enseñas a ti mismo? Si predicas que no se debe robar, ¿por qué robas? Si dices que no se debe cometer adulterio, ¿por qué lo cometes? Si odias a los ídolos, ¿por qué robas las riquezas de sus templos?
ROMANOS 2:17-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Ahora bien, tú que llevas el nombre de judío; que dependes de la ley y te jactas de tu relación con Dios; que conoces su voluntad y sabes discernir lo que es mejor porque eres instruido por la ley; que estás convencido de ser guía de los ciegos y luz de los que están en la oscuridad, instructor de los ignorantes, maestro de los sencillos, pues tienes en la ley la esencia misma del conocimiento y de la verdad; en fin, tú que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas? Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que aborreces a los ídolos, ¿robas de sus templos?