ROMANOS 1:8-12
ROMANOS 1:8-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos vosotros, pues por todo el mundo es anunciada vuestra fe. Dios, a quien sirvo de todo corazón con el anuncio del evangelio de su Hijo, es testigo de que me acuerdo siempre de vosotros en mis oraciones, y ruego a Dios que de alguna manera, si es su voluntad, me abra el camino para ir a visitaros. De verdad, deseo ir a veros, para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis fortalecidos, o mejor dicho, para ser mutuamente fortalecidos por la fe que nos es común a vosotros y a mí.
ROMANOS 1:8-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Quiero empezar dando gracias por todos vosotros a mi Dios, mediante Jesucristo, porque en el mundo entero se habla con admiración de vuestra fe. Dios mismo, a quien sirvo de todo corazón anunciando el evangelio de su Hijo, puede garantizar que pienso constantemente en vosotros. Una y otra vez insto a Dios en mis oraciones, a ver si tiene a bien facilitarme el que por fin pueda visitaros. ¿Hará falta que os diga cuántas ganas tengo de veros y poder así comunicaros algún bien espiritual que os fortalezca? Aunque, en realidad, se trata de animarnos mutuamente con esa fe que vosotros y yo tenemos en común.
ROMANOS 1:8-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por cada uno de vosotros, porque en todas partes se habla de vuestra fe. Dios, a quien sirvo con todo mi corazón anunciando el evangelio de su Hijo, es testigo de que continuamente os recuerdo en mis oraciones; y pido siempre a Dios que, si es su voluntad, me conceda ir por fin a visitaros. Porque deseo veros y prestaros alguna ayuda espiritual, para que estéis más firmes; es decir, para que nos animemos unos a otros con esta fe que vosotros y yo tenemos.
ROMANOS 1:8-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos vosotros, pues en el mundo entero se habla bien de vuestra fe. Dios, a quien sirvo de corazón predicando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que os recuerdo sin cesar. Siempre pido en mis oraciones que, si es la voluntad de Dios, por fin se me abra ahora el camino para ir a visitaros. Tengo muchos deseos de veros para impartiros algún don espiritual que os fortalezca; mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos.