SALMOS 80:8-19
SALMOS 80:8-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Hiciste venir una vid de Egipto; echaste a las naciones y la plantaste. Limpiaste el terreno para ella, hiciste arraigar sus raíces y llenó la tierra. Los montes fueron cubiertos con su sombra y con sus sarmientos los cedros de Dios. Extendió sus vástagos hasta el mar y hasta el río sus renuevos. ¿Por qué rompiste sus cercas y la vendimian todos los que pasan por el camino? La destroza el puerco montés y la bestia del campo la devora. Dios de los ejércitos, vuelve ahora; mira desde el cielo, considera y visita esta viña, la planta que plantó tu diestra y el renuevo que para ti afirmaste. ¡Quemada a fuego está, asolada! ¡Perezcan por la reprensión de tu rostro! Que tu mano proteja a tu escogido, a la persona que tú fortaleciste. Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás e invocaremos tu nombre. ¡Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos! ¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!
SALMOS 80:8-19 La Palabra (versión española) (BLP)
Tú arrancaste una viña de Egipto, expulsaste naciones y volviste a plantarla; preparaste el suelo para ella, echó raíces y llenó la tierra. Su sombra cubrió los montes, sus ramas los majestuosos cedros; llegaron hasta el mar sus brotes y hasta el Éufrates sus retoños. ¿Por qué has derribado su valla? Cuantos pasan la vendimian, el jabalí la destroza con sus dientes, las alimañas del campo pacen en ella. Dios del universo, vuélvete, observa desde el cielo, mira; trata a esta viña con bondad, pues la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú robusteciste, fue quemado, arrancado de raíz. ¡Que mueran ante tu faz amenazante! Protege al que está a tu diestra, a la persona que tú fortaleciste. No nos alejaremos más de ti, danos la vida e invocaremos tu nombre. ¡Oh Señor, Dios del universo, renuévanos, ilumina tu rostro y estaremos salvados!
SALMOS 80:8-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste. Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra. Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros. Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates. ¿Por qué has derribado sus muros? ¡Todos los que pasan le arrancan uvas! Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran. ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso! ¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid! ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti! Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo. Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado. Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre. Restáuranos, SEÑOR Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.