PROVERBIOS 5:1-7
PROVERBIOS 5:1-7 Reina Valera 2020 (RV2020)
Hijo mío, está atento a mi sabiduría y presta oído a mi inteligencia, para que guardes discreción y tus labios conserven la ciencia. Los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más suave que el aceite, pero su final es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte, sus pasos se dirigen al seol. Sus caminos no son firmes: no le importa por dónde anda, ni considera el camino de la vida. Ahora pues, hijos, escuchadme y no os apartéis de las razones de mi boca.
PROVERBIOS 5:1-7 La Palabra (versión española) (BLP)
Hijo mío, atiende a mi sabiduría, presta oído a mi inteligencia; así conservarás el buen juicio y tus labios guardarán el saber. Los labios de la mujer ajena rezuman miel y su boca es más suave que el aceite; pero acaba siendo amarga como ajenjo y cortante como arma de dos filos. Sus pies se precipitan en la muerte, sus pasos van derechos al abismo. No le preocupa la senda de la vida, camina a la perdición y no lo sabe. Por tanto, hijo mío, escúchame y no rechaces mis palabras
PROVERBIOS 5:1-7 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Atiende a mi sabiduría, hijo mío, presta atención a mi inteligencia. Así sabrás ser discreto y podrás hablar con conocimiento. Pues la mujer ajena habla con dulzura y su voz es más suave que el aceite, pero termina siendo más amarga que el ajenjo y más cortante que una espada de dos filos. Andar con ella conduce a la muerte; sus pasos llevan directamente al sepulcro. A ella no le importa el camino de la vida ni se fija en lo inseguro de sus pasos. Por lo tanto, hijo mío, atiéndeme, no te apartes de mis enseñanzas.
PROVERBIOS 5:1-7 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al final resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. No tiene ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras.