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NÚMEROS 16:26-35

NÚMEROS 16:26-35 Reina Valera 2020 (RV2020)

Y dijo a la congregación: —Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis por todos sus pecados. Ellos se apartaron de los alrededores de las tiendas de Coré, de Datán y de Abiram; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a la entrada de sus tiendas, con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. Moisés dijo: —En esto conoceréis que el Señor me ha enviado para que hiciera todas estas cosas, y que no he actuado de mi propia voluntad. Si como mueren todos los hombres mueren estos, o si al ser visitados, ellos corren la suerte de todos los hombres, el Señor no me ha enviado. Pero si el Señor hace algo nuevo, si la tierra abre su boca y se los traga con todas sus cosas, y descienden vivos al seol, entonces conoceréis que estos hombres han irritado al Señor. Aconteció que cuando terminó de decir todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca y se los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré y a todos sus bienes. Ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al seol; los cubrió la tierra y desaparecieron de en medio de la congregación. Al oír sus gritos, todo Israel, los que estaban alrededor, huyeron, y decían: «¡No sea que nos trague también la tierra!». También salió fuego de la presencia del Señor, que consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.

NÚMEROS 16:26-35 La Palabra (versión española) (BLP)

Dijo entonces a la comunidad: —Apartaos de las tiendas de esos hombres impíos y no toquéis ninguna cosa suya si no queréis perecer a causa de todos sus pecados. Así lo hicieron; se apartaron de los alrededores de las tiendas de Coré, de Datán y de Abirán, mientras estos habían salido y estaban a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres y sus hijos, incluidos los más pequeños. Y Moisés dijo: —Ahora conoceréis que es el Señor quien me ha enviado para hacer todo esto, y que no lo he hecho por mi propia voluntad. Si estos hombres mueren de muerte natural o siguiendo el destino común de todos los humanos, entonces no es el Señor quien me ha enviado. Pero si el Señor hace algo extraordinario y la tierra, abriendo su boca, los traga con todas sus pertenencias, de suerte que desciendan vivos al reino de los muertos, entonces sabréis que estos hombres han menospreciado al Señor. Apenas terminó Moisés de decir todas estas palabras, cuando la tierra que estaba debajo de ellos abrió su boca y se los tragó, junto con sus casas; lo mismo les ocurrió a todos los secuaces de Coré y a todas sus pertenencias. Descendieron vivos al reino de los muertos; la tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron de en medio de la comunidad. Al oír sus gritos, todos los israelitas que estaban cerca de ellos huyeron diciendo: «¡No sea que también a nosotros nos trague la tierra!». Salió entonces un fuego de la presencia del Señor que devoró a los doscientos cincuenta hombres que estaban ofreciendo el incienso.

NÚMEROS 16:26-35 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces Moisés le advirtió a la gente: ―¡Alejaos de las tiendas de estos impíos! No toquéis ninguna de sus pertenencias, para que vosotros no seáis castigados por los pecados de ellos. El pueblo se alejó de las tiendas de Coré, Datán y Abirán. Los dos últimos habían salido a la entrada de sus tiendas, y estaban allí, de pie, con sus esposas y todos sus hijos. Moisés siguió diciendo: ―Ahora vais a saber si el SEÑOR me ha enviado a hacer todas estas cosas, o si estoy actuando por mi cuenta. Si estos hombres mueren de muerte natural, como es el destino de todos los hombres, eso querrá decir que el SEÑOR no me ha enviado. Pero, si el SEÑOR crea algo nuevo, y hace que la tierra se abra y se los trague con todas sus pertenencias, de tal forma que desciendan vivos al sepulcro, entonces sabréis que estos hombres menospreciaron al SEÑOR. Tan pronto como Moisés terminó de hablar, la tierra se abrió debajo de ellos; se abrió y se los tragó, a ellos y a sus familias, junto con la gente y las posesiones de Coré. Bajaron vivos al sepulcro, junto con todo lo que tenían, y la tierra se cerró sobre ellos. De este modo fueron eliminados de la comunidad. Al oírlos gritar, todos los israelitas huyeron de allí exclamando: ―¡Corramos, no sea que la tierra nos trague también a nosotros! Y los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso fueron consumidos por el fuego del SEÑOR.