LUCAS 8:1-8
LUCAS 8:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Aconteció después que Jesús caminaba por ciudades y aldeas predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le servían le ayudaban con sus propios bienes. En cierta ocasión se congregó en torno a él una gran multitud procedente de todas las ciudades y relató esta parábola: —Un sembrador salió a sembrar su semilla. Al esparcirla, una parte cayó junto al camino, fue hollada y las aves del cielo se la comieron. Otra cayó en zona pedregosa y después de nacer se secó, porque no tenía humedad. Otra cayó entre espinos y las espinas, que crecieron con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, nació y dio fruto a ciento por uno. Y dicho esto añadió con voz solemne: —El que tiene oídos para oír que oiga.
LUCAS 8:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Más tarde, Jesús andaba recorriendo pueblos y aldeas, proclamando la buena noticia del reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres a quienes había liberado de espíritus malignos y de otras enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que Jesús había hecho salir siete demonios; Juana, la mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y muchas otras. Todas ellas ayudaban con sus propios recursos a Jesús y sus discípulos. En cierta ocasión, habiéndose reunido mucha gente que acudía a Jesús procedente de todos los pueblos, les contó esta parábola: —Un sembrador salió a sembrar su semilla. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre piedras y, apenas brotó, se secó porque no tenía humedad. Otra parte de la semilla cayó en medio de los cardos, y los cardos, al crecer juntamente con ella, la sofocaron. Otra parte, en fin, cayó en tierra fértil, y brotó y dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, Jesús añadió: —Quien pueda entender esto, que lo entienda.
LUCAS 8:1-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas proclamando y anunciando el reino de Dios. Le acompañaban los doce apóstoles y algunas mujeres que él había librado de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; también Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; y Susana, y otras muchas que los ayudaban con lo que tenían. Mucha gente que estaba allí, más otra llegada de los pueblos, se reunió junto a Jesús, y él les contó esta parábola: “Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, una parte de ella cayó en el camino, y fue pisoteada y las aves se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, y brotó, pero se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos, y al nacer juntamente los espinos, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y creció y dio una buena cosecha, hasta de cien granos por semilla.” Esto dijo Jesús, y añadió con voz fuerte: “¡Los que tienen oídos, oigan!”
LUCAS 8:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos. De cada pueblo salía gente para ver a Jesús y, cuando se reunió una gran multitud, les contó esta parábola: «Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».