Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

LUCAS 2:31-52

LUCAS 2:31-52 Reina Valera 2020 (RV2020)

que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que se manifiesta a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. El padre de Jesús y la madre estaban asombrados de todo lo que de él se decía. Simeón los bendijo y anunció a María, la madre del niño: —Este niño será motivo de caída y encumbramiento de muchos en Israel, y signo de contradicción pues pondrá de manifiesto los pensamientos más íntimos de muchos corazones, y a ti te traspasará el alma como una espada. Había también allí una profetisa llamada Ana, ya muy anciana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Había vivido con su marido siete años desde su virginidad, permaneciendo luego viuda hasta los ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo, prestando servicio de noche y de día con ayunos y oraciones. En ese mismo instante Ana se presentó en el templo, y dio gracias a Dios y habló del niño a todos los que esperaban la salvación de Jerusalén. Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, se volvieron a Nazaret, su ciudad, que está en Galilea. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él. Los padres de Jesús acudían todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió los doce años, fueron a la fiesta como tenían por costumbre. Concluida la celebración, los padres regresaron, pero Jesús se quedó en Jerusalén sin que ellos lo supieran. José y María, pensando que caminaba entre las personas que formaban la caravana, hicieron una jornada de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos, pero no le encontraron. Entonces volvieron a Jerusalén para buscarle. Al cabo de tres días le encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban por su inteligencia y sus respuestas. Sus padres se quedaron atónitos al verle y María le dijo: —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Él les respondió: —¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que me ocupe de los asuntos de mi Padre? Pero ellos no entendieron su respuesta. Jesús volvió con sus padres a Nazaret y permaneció sujeto a ellos. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante la gente.

Compartir
Lee LUCAS 2

LUCAS 2:31-52 La Palabra (versión española) (BLP)

y que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que se manifiesta a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel. Los padres de Jesús estaban asombrados de lo que Simeón decía acerca del niño. Simeón los bendijo y anunció a María, la madre del niño: —Mira, este niño va a ser causa en Israel de que muchos caigan y otros muchos se levanten. Será también signo de contradicción puesto para descubrir los pensamientos más íntimos de mucha gente. En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana que en su juventud había estado casada siete años, y permaneció luego viuda hasta los ochenta y cuatro años de edad. Ahora no se apartaba del Templo, sirviendo al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó, pues, Ana en aquel mismo momento alabando a Dios y hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Después de haber cumplido todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo, Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose; estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios. Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén, a celebrar la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron juntos a la fiesta, como tenían por costumbre. Una vez terminada la fiesta, emprendieron el regreso. Pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo advirtieran. Pensando que iría mezclado entre la caravana, hicieron una jornada de camino y al término de ella comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Y como no lo encontraron, regresaron a Jerusalén para seguir buscándolo allí. Por fin, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Cuantos lo oían estaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Sus padres se quedaron atónitos al verlo; y su madre le dijo: —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy angustiados buscándote. Jesús les contestó: —¿Y por qué me buscabais? ¿No sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les decía. El niño regresó a Nazaret con sus padres y siguió sujeto a ellos. En cuanto a su madre, guardaba todas estas cosas en lo íntimo de su corazón. Y Jesús crecía, y con la edad aumentaban su sabiduría y el favor de que gozaba ante Dios y la gente.

Compartir
Lee LUCAS 2

LUCAS 2:31-52 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel.” El padre y la madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño. Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: –Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el alma. También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana. Se había casado siendo muy joven y vivió con su marido siete años; pero hacía ya ochenta y cuatro que había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. Ana se presentó en aquel mismo momento, y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Cuando ya habían cumplido con todo lo que dispone la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. Y el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio, y gozaba del favor de Dios. Los padres de Jesús iban cada año a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos allá, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron. Y su madre le dijo: –Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Jesús les contestó: –¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les decía. Jesús volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en el corazón. Y Jesús seguía creciendo en cuerpo y mente, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.

Compartir
Lee LUCAS 2

LUCAS 2:31-52 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». El padre y la madre del niño se quedaron maravillados por lo que se decía de él. Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre de Jesús: «Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y a crear mucha oposición, a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones. En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma». Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años, y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones. Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de haber cumplido con todo lo que exigía la ley del Señor, José y María regresaron a Galilea, a su propio pueblo de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba. Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron sus padres, se quedaron admirados. ―Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? —le dijo su madre—. ¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados! ―¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les decía. Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón. Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

Compartir
Lee LUCAS 2