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JOB 40:6-24

JOB 40:6-24 Reina Valera 2020 (RV2020)

Respondió el Señor a Job desde el torbellino: Ahora cíñete la cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Acaso vas a invalidar mi derecho? ¿O vas a condenarme para justificarte tú? ¿Tienes acaso el mismo poder que Dios? ¿Truena tu voz como la suya? Cúbrete ahora de gloria y majestad, vístete de honra y hermosura. Derrama el ardor de tu ira; mira a todo altivo y abátelo. Mira a todo soberbio y humíllalo, y destruye a los impíos dondequiera que estén. Entiérralos a todos en el polvo, encierra sus rostros en la oscuridad. Entonces yo también declararé que tu diestra puede salvarte. Ahí está el Behemot: yo lo creé, lo mismo que a ti. Come hierba, como el buey. Su fuerza está en sus lomos; su vigor, en los músculos de su vientre. Mueve su cola semejante al cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como el bronce y sus miembros como barras de hierro. Él es el primero entre las obras de Dios, y solo el que lo hizo puede acercar a él la espada. Ciertamente, para él producen hierba los montes, donde retozan las bestias del campo. Se acuesta a la sombra, en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos. Los árboles lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean. Si el río se desborda, él no se inmuta; permanece tranquilo, aunque el Jordán le llegue hasta la boca. ¿Quién podrá atraparlo mientras él vigila? ¿Quién le perforará la nariz?

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JOB 40:6-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

El SEÑOR respondió a Job desde la tempestad. Le dijo: «Prepárate a hacerme frente. Yo te preguntaré, y tú me responderás. »¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien? ¿Tienes acaso un brazo como el mío? ¿Puede tu voz tronar como la mía? Si es así, cúbrete de gloria y esplendor; revístete de honra y majestad. Da rienda suelta a la furia de tu ira; mira a los orgullosos, y humíllalos; mira a los soberbios, y somételos; aplasta a los malvados donde se hallen. Entiérralos a todos en el polvo; amortaja sus rostros en la fosa. Yo, por mi parte, reconoceré que en tu mano derecha está la salvación. »Mira a Behemot, criatura mía igual que tú, que se alimenta de hierba, como los bueyes. ¡Cuánta fuerza hay en sus lomos! ¡Su poder está en los músculos de su vientre! Su rabo se mece como un cedro; los tendones de sus muslos se entrelazan. Sus huesos son como barras de bronce; sus piernas parecen barrotes de hierro. Entre mis obras ocupa el primer lugar, solo yo, su Hacedor, puedo acercarme a él con la espada. Los montes le brindan sus frutos; allí juguetean todos los animales salvajes. Debajo de los cañaverales se tiende a descansar; se oculta entre los juncos del pantano. Los lotos le brindan su sombra; los álamos junto al río lo envuelven. No se alarma si brama el río; vive tranquilo aunque el Jordán le llegue al hocico. ¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo? ¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?

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