ECLESIASTÉS 4:4-8
ECLESIASTÉS 4:4-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
He visto, asimismo, que toda obra bien hecha provoca la envidia del prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. El necio se cruza de brazos y se consume en sí mismo. Más vale un puño lleno de descanso, que ambos puños llenos de trabajo y aflicción de espíritu. Me volví otra vez, y vi vanidad bajo el sol. Un hombre está solo, sin sucesor, sin hijo ni hermano. Nunca cesa de trabajar, sus ojos no se sacian de riquezas, ni se pregunta: «¿Para quién trabajo yo y privo a mi vida de todo bienestar?». También esto es vanidad y duro trabajo.
ECLESIASTÉS 4:4-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Yo he visto que toda fatiga y éxito en el trabajo provoca la envidia entre compañeros. También esto es ilusión y vano afán. El necio se cruza de brazos y se devora a sí mismo. Más vale un puñado de tranquilidad, que dos de fatiga y vano afán. He reflexionado sobre otra cosa bajo el sol que también es pura ilusión: una persona sola, sin nadie, sin hijos ni hermanos, que se fatiga sin descanso y no se harta de riquezas: ¿Para quién se fatiga, privándose de la felicidad? También esto es pura ilusión y mal asunto.
ECLESIASTÉS 4:4-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento. La gente dice: “El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo”, pero yo digo: “Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.” Al volverme hacia otro lado vi otra vana ilusión en este mundo: un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de reposo y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas ni se pregunta: “¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?” Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.
ECLESIASTÉS 4:4-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento! El necio se cruza de brazos, y acaba muriéndose de hambre. Más vale poco con tranquilidad que mucho con fatiga… ¡corriendo tras el viento! Me fijé entonces en otro absurdo en esta vida: vi a un hombre solitario, sin hijos ni hermanos, y que nunca dejaba de afanarse; ¡jamás le parecían demasiadas sus riquezas! «¿Para quién trabajo tanto, y me abstengo de las cosas buenas?», se preguntó. ¡También esto es absurdo, y una penosa tarea!