Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

2 TIMOTEO 1:7-18

2 TIMOTEO 1:7-18 Reina Valera 2020 (RV2020)

Pues no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de buen juicio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, que estoy preso por él. Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio con la fuerza que viene de Dios, quien nos ha librado y nos llamó a una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su propósito y por la gracia que nos es dada en Cristo Jesús desde la eternidad de los tiempos. Pero ahora esta gracia ha sido manifestada por la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien así mismo quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio. De este evangelio yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por su causa padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé en quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. Ten como norma las sanas palabras que de mí oíste en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros. Ya sabes que me abandonaron todos los que están en Asia, entre ellos Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó y no se avergonzó de que yo estuviera en la cárcel. Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó sin descanso, hasta que me encontró. Que el Señor le conceda alcanzar misericordia del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

2 TIMOTEO 1:7-18 La Palabra (versión española) (BLP)

Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorgó, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos. Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero; al contrario, sostenido por el poder de Dios, sufre juntamente conmigo por la propagación del evangelio. Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no porque lo merecieran nuestras obras, sino porque tal ha sido su designio conforme al don que se nos ha concedido por medio de Cristo Jesús antes que el tiempo existiera. Un don que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, cuyo mensaje ha destruido la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad. De ese mensaje Dios me ha constituido pregonero, apóstol y maestro. Por su causa soporto todas estas penalidades. Pero no me avergüenzo; sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que tiene poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado. Toma como norma la auténtica enseñanza que me oíste acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Y, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros, guarda la hermosa enseñanza que te ha sido confiada. Ya sabes que todos los de la provincia de Asia, incluidos Figelo y Hermógenes, me han abandonado. ¡Ojalá el Señor tenga misericordia de Onesíforo y su familia, pues él fue muchas veces mi paño de lágrimas y no sintió vergüenza al verme encarcelado! Es más, apenas llegó a Roma, me buscó con afán hasta encontrarme. Y tú sabes mejor que nadie los buenos servicios que me prestó en Éfeso; que el Señor le conceda su misericordia el día del juicio.

2 TIMOTEO 1:7-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, amor y buen juicio. No te avergüences, pues, de dar testimonio a favor de nuestro Señor, ni tampoco te avergüences de mí, preso por causa suya. Antes bien, con las fuerzas que Dios te da, acepta tu parte en los sufrimientos por causa del evangelio. Dios nos ha salvado y nos ha llamado a ser un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque ese fue su propósito y porque nos ama en Cristo Jesús. Dios, que nos ama desde antes que el mundo existiera, ha mostrado su amor ahora en Cristo Jesús nuestro Salvador, que ha destruido el poder de la muerte y que, por medio del evangelio, ha sacado a la luz la vida inmortal. Dios me ha encargado que anuncie este mensaje, y me ha enviado como apóstol y maestro. Precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo de ello, porque sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado. Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el amor que tenemos por estar unidos a Cristo Jesús. Con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida de la buena doctrina que Dios te ha confiado. Como sabes, todos los de la provincia de Asia me han abandonado; entre ellos, Figelo y Hermógenes. Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo; él me trajo alivio muchas veces y no se avergonzó de que yo estuviera preso. Al contrario, en cuanto llegó a Roma comenzó a buscarme sin descanso, hasta que me encontró. Que el Señor le conceda encontrar su misericordia en aquel día. Tú sabes muy bien cuánto nos ayudó en Éfeso.

2 TIMOTEO 1:7-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa estoy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio. Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo; y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio. De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y maestro. Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado. Con fe y amor en Cristo Jesús, sigue el ejemplo de la sana doctrina que aprendiste de mí. Con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida la preciosa enseñanza que se te ha confiado. Ya sabes que todos los de la provincia de Asia me han abandonado, incluso Figelo y Hermógenes. Que el Señor le conceda misericordia a la familia de Onesíforo, porque muchas veces me dio ánimo y no se avergonzó de mis cadenas. Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó sin descanso hasta encontrarme. Que el Señor le conceda hallar misericordia divina en aquel día. Tú conoces muy bien los muchos servicios que me prestó en Éfeso.