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2 SAMUEL 3:1-39

2 SAMUEL 3:1-39 Reina Valera 2020 (RV2020)

Hubo una larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, pero David se fortalecía cada vez más, mientras que la casa de Saúl se debilitaba. A David le nacieron hijos en Hebrón; su primogénito fue Amnón, de Ahinoam, la jezreelita; el segundo, Quileab, de Abigail, la mujer de Nabal, el de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai, rey de Gesur; el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital; el sexto, Itream, de Egla, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón. Como había guerra entre la casa de Saúl y la de David, aconteció que Abner se fortalecía cada vez más en la casa de Saúl. Había tenido Saúl una concubina llamada Rizpa, hija de Aja. E Is-boset dijo a Abner: —¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre? Abner se enojó mucho por las palabras de Is-boset, y le dijo: —¿Acaso soy un perro al servicio de Judá? Hasta hoy he tenido misericordia con la casa de Saúl, tu padre, con sus hermanos y con sus amigos, y no te he entregado en manos de David; ¿y ahora tú me acusas del pecado de esta mujer? Traiga Dios sobre Abner el peor de los castigos, si no hago como el Señor ha jurado a David, que trasladará el reino de la casa de Saúl, y que confirmará el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba. Is-boset no fue capaz de responder una palabra a Abner, porque le temía. Entonces envió Abner mensajeros a David para que de su parte le dijeran: —¿De quién es la tierra? Y también: —Haz pacto conmigo, y mi mano estará contigo para que vuelva a ti todo Israel. David respondió: —Bien; haré pacto contigo, pero una cosa te pido: No te presentes ante mí sin que primero traigas a Mical, la hija de Saúl, cuando vengas a verme. Después de esto, envió David mensajeros a Is-boset hijo de Saúl, para que le dijeran: —Restitúyeme a Mical, mi mujer, la cual desposé por cien prepucios de filisteos. Entonces Is-boset mandó quitársela a su marido Paltiel hijo de Lais. Su marido fue con ella, y la acompañó con gran llanto hasta Bahurim. Pero Abner le dijo: —¡Anda, vuélvete! Y él se volvió. Entonces habló Abner con los ancianos de Israel, y les dijo: —Ya hace tiempo que procurabais que David fuera vuestro rey. Ahora, pues, hacedlo; porque el Señor ha dicho a David: «Por medio de mi siervo David libraré a mi pueblo Israel de manos de los filisteos, y de manos de todos sus enemigos». Habló también Abner a los de Benjamín, y luego fue a Hebrón a decirle a David todo lo que parecía bien a los de Israel y a toda la casa de Benjamín. Abner, acompañado de veinte hombres, llegó adonde estaba David en Hebrón, y David le ofreció un banquete a Abner y a los que con él habían venido. Abner dijo a David: —Me levantaré e iré a reunir a todo Israel junto a mi señor, el rey; harán un pacto contigo, y reinarás como lo desea tu corazón. Luego David despidió a Abner, que se fue en paz. Llegaron entonces del campo los siervos de David y Joab, y traían consigo un gran botín. Pero Abner no estaba con David en Hebrón, pues ya lo había despedido, y él se había ido en paz. Apenas llegó Joab con todo el ejército que lo acompañaba, le avisaron a Joab de que Abner hijo de Ner había venido ante el rey, y que se había marchado en paz luego de que David lo despidió. Entonces Joab se presentó al rey y le dijo: —¿Qué has hecho? Abner vino ante ti; ¿por qué, pues, dejaste que se fuera? Tú conoces a Abner hijo de Ner. No ha venido sino para engañarte, para enterarse de tus idas y venidas y saber todo lo que tú haces. Joab salió de la presencia de David y envió mensajeros en busca de Abner, que le hicieron volver desde el pozo de Sira, sin que David lo supiera. Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte, a un lado de la puerta, como para hablar con él en secreto; y allí, en venganza por la muerte de su hermano Asael, le hirió a la altura de la quinta costilla, y lo mató. Después, cuando David lo supo, dijo: —Yo y mi reino somos inocentes delante del Señor, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner. Caiga la sangre sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre; que nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo de sangre, ni leproso, ni quien ande con bastón, ni quien muera a espada, ni quien padezca hambre. Así pues, Joab y su hermano Abisai mataron a Abner, porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón. Después dijo David a Joab y a todo el pueblo que con él estaba: —Rasgad vuestros vestidos, poneos ropas ásperas y haced duelo delante de Abner. Y el rey David iba detrás del féretro cuando sepultaron a Abner en Hebrón. Alzó la voz el rey y lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró también todo el pueblo. Entonces el rey entonó este lamento por Abner: ¿Había de morir Abner como muere un villano? Tus manos no estaban atadas ni tus pies sujetos con grillos. Caíste como los que caen ante malhechores. Y todo el pueblo volvió a llorar por él. Entonces todo el pueblo vino a persuadir a David para que comiera antes que acabara el día. Pero David juró: —Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si antes de que se ponga el sol pruebo yo pan o cualquiera otra cosa. Todo el pueblo lo supo y le agradó; pues todo lo que el rey hacía agradaba a todo el pueblo. Y supo aquel día todo el pueblo y todo Israel, que el rey no había tenido participación en la muerte de Abner hijo de Ner. También dijo el rey a sus siervos: —¿No sabéis que un príncipe y un grande ha caído hoy en Israel? Aunque ungido rey, me siento débil hoy; pero estos hombres, los hijos de Sarvia, son más duros que yo. ¡Que el Señor le pague al que mal hace conforme a su maldad!

2 SAMUEL 3:1-39 La Palabra (versión española) (BLP)

La guerra entre las familias de Saúl y David se prolongó; pero mientras David se hacía cada día más fuerte, la familia de Saúl se iba debilitando. Los hijos que David tuvo en Hebrón fueron: Amnón, su primogénito, de Ajinoán, la de Jezrael; el segundo, Quilab, de Abigail, la mujer de Nabal, el de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maacá, la hija de Tolmay, rey de Guesur; el cuarto, Adonías, hijo de Jaguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital; y el sexto Jitreán, de Eglá, la mujer de David. Todos estos fueron los hijos que le nacieron a David en Hebrón. Mientras duró la guerra entre las familias de Saúl y de David, Abner fue afianzando su posición entre la familia de Saúl. Saúl había tenido una concubina, llamada Rispá, hija de Ayá. E Isbóset preguntó a Abner: —¿Por qué te has acostado con la concubina de mi padre? Abner se enfadó mucho por aquella pregunta de Isbóset y le contestó: —¿Acaso me tomas por un perro judaíta? He trabajado fielmente con la casa de Saúl, tu padre, con sus hermanos y amigos, y no te he entregado en poder de David, ¿y ahora me echas en cara un delito con esa mujer? Pues que Dios me castigue, si no hago que se cumpla lo que el Señor juró a David: arrebatar la realeza a la familia de Saúl y consolidar el trono de David sobre Israel y Judá, desde Dan hasta Berseba. Isbóset fue incapaz de responderle nada a Abner, porque le tenía miedo. Entonces Abner envió unos mensajeros a proponer en su nombre a David: —¿De quién es el país? Haz un pacto conmigo y yo te ayudaré a poner a todo Israel de tu parte. David respondió: —Está bien. Haré un pacto contigo. Solo te pongo una condición: no te recibiré si, cuando vengas a verme, no me traes a Mical, la hija de Saúl. David, además, envió mensajeros a decir a Isbóset, el hijo de Saúl: —Devuélveme a mi mujer Mical, con la que me casé a cambio de cien prepucios de filisteos. Entonces Isbóset mandó quitársela a su marido Paltiel, hijo de Lais. Su marido salió con ella y fue llorando detrás hasta Bajurín. Abner le dijo: —Anda, vuélvete ya. Y él se volvió. Abner habló con los ancianos de Israel y les dijo: —Desde hace algún tiempo estáis intentando que David sea vuestro rey. Pues ahora podéis conseguirlo, porque el Señor ha dicho a propósito de David: «Por medio de mi siervo David salvaré a mi pueblo Israel del poder de los filisteos y de todos sus enemigos». Abner habló también con los de Benjamín y luego fue a Hebrón a comunicarle a David el parecer de Israel y de Benjamín. Cuando Abner, escoltado por veinte hombres, llegó a Hebrón para hablar con David, este les ofreció un banquete a él y a sus acompañantes. Luego Abner dijo a David: —Ahora me iré a reunir a todo Israel ante el rey, mi señor, para que hagan un pacto contigo y puedas ser rey, como deseas. David despidió a Abner y él se marchó en paz. Los soldados de David venían con Joab de una expedición, trayendo consigo un gran botín. Abner ya no estaba con David en Hebrón, pues lo había despedido y se había marchado en paz. Cuando llegaron Joab y la tropa que lo acompañaba, les contaron que Abner, el hijo de Ner, había venido a ver al rey y que este lo había despedido y le había dejado irse en paz. Entonces Joab se presentó al rey y le dijo: —¿Qué has hecho? Resulta que Abner viene a ti, ¡y tú lo dejas marchar tan tranquilo! ¿Acaso no sabes que Abner, el hijo de Ner, ha venido para engañarte, para espiar tus movimientos y para conocer todo lo que haces? Cuando Joab salió de hablar con David, envió unos mensajeros tras Abner, que lo hicieron volver desde el pozo de Sirá, sin que David se enterara. Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab se lo llevó aparte, junto a la puerta de la ciudad, como para hablar con él en privado, y allí mismo lo hirió en el vientre y lo mató para vengar a su hermano Asael. Inmediatamente después, David se enteró y dijo: —¡Yo y mi reino somos inocentes ante el Señor y para siempre de la sangre de Abner, el hijo de Ner! ¡Que la culpa recaiga sobre la cabeza de Joab y sobre toda su familia! ¡Que nunca falten en su casa quienes padezcan flujos de sangre o lepra, quienes manejen el huso, quienes mueran a espada o carezcan de alimento! Joab y su hermano Abisay habían matado a Abner, porque este les había matado a su hermano en la batalla de Gabaón. David ordenó a Joab y a todos sus acompañantes: —Rasgaos las vestiduras, vestíos con sacos y haced duelo por Abner. El rey David iba detrás del féretro. Cuando enterraron a Abner en Hebrón, el rey se puso a gritar y a llorar junto a la tumba de Abner, y también lloró todo el pueblo. Entonces el rey entonó esta elegía por Abner: ¿Tenías que morir, Abner, de una muerte tan infame? Tus manos estaban libres y en tus pies no había cadenas. Caíste como quien cae a manos de criminales. Y todo el pueblo siguió llorando por él. Luego se allegaron a David para hacerle comer algo mientras aún fuese de día. Pero David hizo este juramento: —¡Que Dios me castigue, si antes de ponerse el sol pruebo pan o alguna otra cosa! Cuando la gente se enteró, a todos les pareció bien, como todo lo que hacía el rey. Y aquel día todo el pueblo y todo Israel quedaron convencidos de que el rey no había tenido nada que ver en el asesinato de Abner, el hijo de Ner. El rey dijo a sus servidores: —Habréis de saber que hoy ha caído en Israel un gran jefe. Yo hoy me siento débil, aunque sea el rey ungido, y esa gente, los hijos de Seruyá, son más fuertes que yo. ¡Que el Señor les dé su merecido por su maldad!

2 SAMUEL 3:1-39 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

La guerra entre la casa de Saúl y la casa de David fue larga, pero mientras que la de David iba haciéndose más y más fuerte, la de Saúl se iba debilitando. Los hijos que le nacieron a David cuando estaba en Hebrón, fueron: el primogénito, Amnón, hijo de Ahióam, la de Jezreel; el segundo, Quilab, hijo de Abigail, la viuda de Nabal, el de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maacá, la hija de Talmai, rey de Guesur; el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital; el sexto, Itream, hijo de Eglá, otra mujer de David. Estos nacieron cuando David estaba en Hebrón. Mientras continuaba la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner adquiría más y más poder sobre la casa de Saúl. Saúl había tenido una concubina llamada Rispá, hija de Aiá, con la que Abner tuvo relaciones. Por esto, Is-bóset reprendió a Abner: –¿Por qué te acostaste con la concubina de mi padre? Abner se enojó mucho por la reclamación de Is-bóset, y le contestó: –¿Acaso soy un perro al servicio de Judá? Yo he sido fiel a la casa de Saúl, tu padre, y a sus parientes y amigos, y no te he entregado en manos de David. ¿Y tú me acusas ahora de haber pecado con una mujer? ¡Que el Señor me castigue con dureza, si no hago con David lo que el Señor le ha prometido, quitando del trono a la dinastía de Saúl y estableciendo a David en el trono de Israel y de Judá, desde Dan hasta Beerseba! Is-bóset no pudo responder a Abner una sola palabra, porque le tenía miedo. Abner, por su parte, envió mensajeros a decirle a David: “¿De quién es el país? Hagamos un trato: yo haré cuanto esté a mi alcance para que todo Israel se ponga de tu parte.” David le contestó: “Estoy de acuerdo en hacer un pacto contigo, pero con una condición: que no te presentes ante mí sin traer contigo, cuando vengas a verme, a Mical, la hija de Saúl.” Además David envió mensajeros a Is-bóset, diciéndole: “Entrégame a Mical, mi mujer, con la que me casé a cambio de cien prepucios de filisteos.” Entonces Is-bóset mandó que se la quitaran a Paltiel, hijo de Lais, que era su marido; pero Paltiel salió detrás de ella, llorando, y la siguió hasta Bahurim. Allí Abner le ordenó que regresara, y Paltiel regresó. Más tarde habló Abner con los ancianos de Israel y les dijo: “Ya hace tiempo que andáis buscando que David sea vuestro rey. Pues bien, ha llegado el momento de actuar, porque el Señor ha prometido a David que, por medio de él, librará a Israel, su nación, del dominio de los filisteos y del poder de todos sus enemigos.” Abner habló también con la gente de Benjamín, y después fue a Hebrón para comunicarle a David el parecer de Israel y de toda la tribu de Benjamín. Llegó con veinte hombres a Hebrón, donde estaba David, y David hizo un banquete para él y los que le acompañaban. Luego Abner dijo a David: –Ahora debo irme para reunir a todo Israel, para que hagan un pacto con Su Majestad, y que así Su Majestad reine conforme a sus deseos. Y David despidió a Abner, que se fue tranquilamente. Joab y los seguidores de David llegaron en aquel momento de una de sus correrías, trayendo consigo un gran botín arrebatado al enemigo. Abner no estaba ya con David en Hebrón, pues se había ido tranquilamente después que David lo despidiera. Al llegar Joab con todo el ejército que le acompañaba, le contaron que Abner, hijo de Ner, había estado antes con el rey, y que se había ido después que el rey lo despidiera. Entonces Joab fue a ver al rey y le dijo: –¿Qué es lo que ha hecho Su Majestad? Abner ha venido a ver a Su Majestad, y Su Majestad ha dejado que se vaya. ¿Acaso no sabe Su Majestad que Abner, hijo de Ner, ha venido tan sólo a engañarle, a espiar sus movimientos y a enterarse de todo lo que hace Su Majestad? En cuanto Joab salió de hablar con David, envió mensajeros en busca de Abner, sin que David lo supiera, y estos le hicieron volver desde el pozo de Sirá. Cuando Abner llegó a Hebrón, Joab lo llevó a un lado de la puerta de la ciudad, para hablar con él a solas, y allí le hirió de muerte en el vientre, para vengar la muerte de su hermano Asael. Más tarde, cuando David lo supo, dijo: “Ante el Señor, yo y mi reino somos completamente inocentes del asesinato de Abner, hijo de Ner. ¡Que caiga la culpa sobre la cabeza de Joab y sobre toda su familia, y que nunca falte en su casa quien sufra de flujo, lepra o cojera, ni quien sea asesinado o padezca hambre!” Joab y Abisai mataron a Abner porque en la batalla de Gabaón Abner había matado al hermano de ellos. Después, David ordenó a Joab y a todo el grupo que le acompañaba: “Rasgaos la ropa y vestíos con ropas ásperas, y guardad luto por la muerte de Abner.” El rey David marchó detrás de la camilla, y enterraron a Abner en Hebrón. Allí el rey se echó a llorar a voz en cuello junto al sepulcro de Abner, y lo mismo hizo toda la gente. Entonces el rey entonó este lamento por Abner: “¿Por qué tenías que morir, Abner, de manera tan absurda, si no tenías atadas las manos ni encadenados los pies? ¡Has muerto como quien muere a manos de malhechores!” Y toda la gente siguió llorando por él. Luego fueron a rogar a David que comiera algo antes de que terminase el día, pero David juró, diciendo: –¡Que Dios me castigue con dureza, si pruebo pan o alguna otra cosa antes de que se ponga el sol! Todos comprendieron esto y les pareció bien, pues todo lo que el rey hacía agradaba a la gente. Aquel día todos los israelitas quedaron convencidos de que el rey no había tenido nada que ver con la muerte de Abner, hijo de Ner. Luego el rey dijo a sus oficiales: –Como sabéis, hoy ha caído en Israel un jefe principal, una gran personalidad. Por eso yo, a pesar de ser el rey que Dios ha escogido, me siento débil ante la extremada violencia de los hijos de Seruiá. ¡Que el Señor dé su merecido a quien cometió esta maldad!

2 SAMUEL 3:1-39 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

La guerra entre las familias de Saúl y de David se prolongó durante mucho tiempo. David consolidaba más y más su reino, en tanto que el de Saúl se iba debilitando. Mientras estuvo en Hebrón, David tuvo los siguientes hijos: Su primogénito fue Amnón hijo de Ajinoán la jezrelita; el segundo, Quileab hijo de Abigaíl, viuda de Nabal de Carmel; el tercero, Absalón hijo de Macá, la hija del rey Talmay de Guesur; el cuarto, Adonías hijo de Jaguit; el quinto, Sefatías hijo de Abital; el sexto, Itreán hijo de Eglá, que era otra esposa de David. Estos son los hijos que le nacieron a David mientras estuvo en Hebrón. Durante la guerra entre las familias de Saúl y de David, Abner fue consolidando su posición en el reino de Saúl, aunque Isboset le echó en cara a Abner el haberse acostado con Rizpa hija de Ayá, que había sido concubina de Saúl. A Abner le molestó mucho la acusación, así que replicó: ―¿Acaso soy un perros de Judá? Hasta el día de hoy me he mantenido fiel a la familia de tu padre Saúl, incluso a sus parientes y amigos, y conste que no te he entregado en manos de David. ¡Y ahora me sales con que he cometido una falta con esa mujer! Que Dios me castigue sin piedad si ahora yo no procedo con David conforme a lo que el SEÑOR le juró: Voy a quitarle el reino a la familia de Saúl y a establecer el trono de David sobre Israel y Judá, desde Dan hasta Berseba. Isboset no se atrevió a responderle a Abner ni una sola palabra, pues le tenía miedo. Entonces Abner envió unos mensajeros a decirle a David: «¿A quién le pertenece la tierra, si no a ti? Haz un pacto conmigo, y yo te apoyaré para hacer que todo Israel se ponga de tu parte». «Muy bien —respondió David—. Haré un pacto contigo, pero con esta condición: Cuando vengas a verme, trae contigo a Mical hija de Saúl. De lo contrario, no te recibiré». Además, David envió unos mensajeros a decirle a Isboset hijo de Saúl: «Devuélveme a mi esposa Mical, por la que di a cambio cien prepucios de filisteos». Por tanto, Isboset mandó que se la quitaran a Paltiel hijo de Lais, que era su esposo, pero Paltiel se fue tras ella, llorando por todo el camino hasta llegar a Bajurín. Allí Abner le ordenó que regresara, y Paltiel obedeció. Luego Abner habló con los ancianos de Israel. «Hace tiempo que vosotros queréis hacer rey a David —les dijo—. Ya podéis hacerlo, pues el SEÑOR le ha prometido: “Por medio de ti, que eres mi siervo, libraré a mi pueblo Israel del poder de los filisteos y de todos sus enemigos”». Abner habló también con los de Benjamín, y más tarde fue a Hebrón para contarle a David todo lo que Israel y la tribu de Benjamín deseaban hacer. Cuando Abner llegó a Hebrón, David preparó un banquete para él y los veinte hombres que lo acompañaban. Allí Abner le propuso a David: «Permíteme, mi señor, convocar a todo Israel para que haga un pacto contigo, y así tu reino se extenderá a tu gusto». Con esto, David despidió a Abner, y este se fue tranquilo. Ahora bien, los soldados de David regresaban con Joab de una de sus campañas, y traían un gran botín. Abner ya no estaba con David en Hebrón, pues David lo había despedido, y él se había ido tranquilo. Cuando llegó Joab con la tropa que lo acompañaba, le notificaron que Abner hijo de Ner había visitado al rey, y que el rey lo había dejado ir en paz. Por tanto, Joab fue a ver al rey y le dijo: «¡Así que Abner vino a verte! ¿Y cómo se te ocurre dejar que se vaya tal como vino? ¡Ya le conoces! Lo más seguro es que haya venido con engaño para averiguar qué planes tienes, y para enterarse de todo lo que estás haciendo». En cuanto Joab salió de hablar con David, envió mensajeros tras Abner, los cuales lo hicieron volver del pozo de Sira. Pero de esto Joab no le dijo nada a David. Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte a la entrada de la ciudad, como para hablar con él en privado. Allí lo apuñaló en el vientre, y Abner murió. Así Joab se vengó de la muerte de su hermano Asael. Algún tiempo después, David se enteró de esto y declaró: «Hago constar ante el SEÑOR que mi reino y yo somos totalmente inocentes de la muerte de Abner hijo de Ner. ¡Los responsables de su muerte son Joab y toda su familia! ¡Que nunca falte en la familia de Joab alguien que sufra de hemorragia o de lepra, o que sea cojo, o que muera violentamente, o que pase hambre!» Joab y su hermano Abisay asesinaron a Abner porque en la batalla de Gabaón él había matado a Asael, hermano de ellos. David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él: «Rasgaos las vestiduras, vestíos de luto, y haced duelo por Abner». El rey David en persona marchó detrás del féretro, y Abner fue enterrado en Hebrón. Junto a la tumba, el rey lloró a gritos, y todo el pueblo lloró con él. Entonces el rey compuso este lamento por Abner: «¿Por qué tenía que morir Abner como mueren los canallas? ¡No tenías atadas las manos ni te habían encadenado los pies! ¡Caíste como el que cae en manos de criminales!» Y el pueblo lloró aún más. Todos se acercaron a David y le rogaron que comiera algo mientras todavía era de día, pero él hizo este juramento: «¡Que Dios me castigue sin piedad si pruebo pan o algún otro alimento antes de que se ponga el sol!» La gente prestó atención, y a todos les pareció bien. En realidad, todo lo que hacía el rey les agradaba. Aquel día todo el pueblo y todo Israel reconocieron que el rey no había sido responsable de la muerte de Abner hijo de Ner. El rey también le dijo a su gente: «¿No os dais cuenta de que hoy ha muerto en Israel un hombre extraordinario? En cuanto a mí, aunque me han ungido rey, soy todavía débil; no puedo hacerles frente a estos hijos de Sarvia. ¡Que el SEÑOR le pague al malhechor según sus malas obras!»