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2 SAMUEL 22:1-51

2 SAMUEL 22:1-51 Reina Valera 2020 (RV2020)

David dirigió al Señor las palabras de este cántico el día que el Señor lo libró de manos de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo: El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio, mi salvador. De violencia me libraste. Invocaré al Señor, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos. Me envolvieron las olas de la muerte, me atemorizaron torrentes de perversidad. Me rodearon los lazos del seol. Tendieron sobre mí lazos de muerte. En mi angustia invoqué al Señor, a mi Dios clamé y escuchó mi voz desde su templo. Mi clamor llegó a sus oídos. La tierra fue sacudida y tembló, se conmovieron los cimientos de los cielos. Se estremecieron porque él se indignó. Humo subió de su nariz, y de su boca un fuego abrasador que lanzaba carbones encendidos. Inclinó los cielos y descendió; había tinieblas debajo de sus pies. Cabalgó sobre un querubín y voló; voló sobre las alas del viento. Se envolvió en un cerco de tinieblas, oscuridad de aguas y densas nubes. Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes. Tronó el Señor desde los cielos, el Altísimo hizo oír su voz; Envió sus flechas y los dispersó, lanzó relámpagos y los destruyó. Aparecieron entonces los torrentes de las aguas, quedaron al descubierto los cimientos del mundo ante la reprensión del Señor, al soplo del aliento de su nariz. Envió desde lo alto y me tomó. Me sacó de caudalosas aguas. Me libró de un poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo. Me asaltaron el día de mi desgracia, mas el Señor fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso, me libró porque me amaba. El Señor me recompensa conforme a mi justicia. Conforme a la limpieza de mis manos me ha premiado: porque he guardado los caminos del Señor, y no me aparté de mi Dios para hacer el mal; pues todos sus decretos están delante de mí y nunca me aparté de sus preceptos. Fui recto para con él, y me he guardado de mi maldad. El Señor me recompensa conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos ante sus ojos. Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro. Limpio te mostrarás con el limpio, y rígido serás con el perverso. Tú salvas al pueblo afligido, mas tus ojos abaten a los altivos. Tú eres, oh Señor, mi lámpara; mi Dios, que alumbra mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, con mi Dios asaltaré muros. El camino de Dios es perfecto y acrisolada la palabra del Señor. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios, sino solo el Señor? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, quien despeja mi camino, quien hace mis pies como de ciervas y me sostiene firme en las alturas; el que adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para que se doble el arco de bronce. Me diste el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido. Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos y los destruiré, no regresaré hasta haberlos acabado. Los heriré y derrotaré, de modo que no se levanten. Caerán debajo de mis pies. Me ceñiste de fuerzas para la pelea, has humillado debajo de mí a mis enemigos, y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, para que yo destruya a los que me aborrecen. Clamaron, pero nadie los salvó; también al Señor, mas no los oyó. Como a polvo de la tierra los molí, como a lodo de las calles los pisé y los trituré. Me has librado de las contiendas del pueblo, me guardaste para que fuera cabeza de naciones, pueblo que no conocía me servirá. Los hijos de extraños se someterán a mí. Al oír de mí, me obedecerán. Los extraños se debilitarán y saldrán de sus refugios llenos de temor. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca!, y engrandecido sea el Dios de mi salvación. El Dios que venga mis agravios y somete pueblos a mis plantas. El que me libera de enemigos, me exalta sobre los que se levantan contra mí y me libra del hombre violento. Por eso te confesaré entre las naciones y cantaré, oh Señor, a tu nombre. Él salva gloriosamente a su rey, y trata con misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.

2 SAMUEL 22:1-51 La Palabra (versión española) (BLP)

David dirigió al Señor las palabras de este cántico el día que el Señor lo salvó de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo: El Señor es mi bastión, mi baluarte, mi salvador; es mi Dios, la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa; el salvador que me libra de los violentos. Yo invoco al Señor, digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. Me rodeaban olas mortales, me aterraban torrentes devastadores; me envolvían las redes del abismo, me acosaban trampas mortales. En mi angustia supliqué al Señor, a mi Dios invoqué. Desde su santuario escuchó mi grito, a sus oídos llegó mi clamor. La tierra tembló y se estremeció, se conmovieron los cimientos de los cielos, retemblaron por su furia. Salió humo de su nariz, fuego devorador de su boca, brasas ardientes despedía. Inclinó los cielos y descendió caminando sobre la densa niebla. Se montó en un querubín, emprendió el vuelo y se elevó sobre las alas del viento. De las tinieblas que lo envolvían hizo su tienda, entre aguaceros y densos nubarrones. De su propio resplandor salían chispas de fuego. El Señor tronó desde el cielo, el Altísimo alzó su voz; disparó sus flechas y los dispersó, su rayo y los dejó aturdidos. Emergieron los lechos de las aguas, se mostraron los cimientos del mundo con el estruendo del Señor, ante el soplo de su ira. Desde la altura me asió con su mano, me sacó de las aguas turbulentas. Me salvó de un enemigo poderoso, de adversarios más fuertes que yo. En un día aciago me atacaron, pero el Señor fue mi apoyo; me puso a salvo, me libró porque me amaba. El Señor me premia por mi buena conducta, me recompensa por la inocencia de mis manos; porque he respetado los caminos del Señor y no he sido infiel a mi Dios; tengo presentes todos sus mandatos y no me alejo de sus normas; he sido recto con él y me he apartado del pecado. El Señor me premia por mi buena conducta, por mi inocencia ante sus ojos. Eres fiel con quien es fiel, honrado con el honrado, sincero con el sincero; sagaz con el retorcido. Salvas al pueblo humillado y tu mirada abate a los altivos. Pues tú, Señor, eres mi lámpara; el Señor ilumina mi oscuridad. Contigo me lanzo al asalto, con mi Dios franqueo la muralla. El camino de Dios es perfecto, la palabra del Señor, exquisita; es un escudo para los que en él confían. Pues, ¿quién es Dios, aparte del Señor? ¿quién una fortaleza, sino nuestro Dios? Dios es mi plaza fuerte y hace perfecto mi camino; Él me da pies de gacela y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la guerra y mis brazos para tensar el arco de bronce. Tú me ofreces tu escudo protector y tu benevolencia me engrandece. Agilizas mis pasos al andar y no se tuercen mis tobillos. Persigo a mis enemigos y los derroto, no retrocedo hasta acabar con ellos. Acabo con ellos, los abato y no se levantan, quedan postrados a mis pies. Me has armado de valor para el combate, sometes bajo mis pies a mis enemigos. Pones en fuga a mis enemigos y aniquilas a mis adversarios. Piden auxilio y no hay quien los salve, claman al Señor y no les responde. Yo los trituro como el polvo de la tierra, los pisoteo y los aplasto como el barro de la calle. Tú me libras de las disputas de mi pueblo, me pones al frente de las naciones, me sirven pueblos que no conozco. Los extranjeros se humillan ante mí, apenas me oyen y ya me obedecen. Los extranjeros quedan sin fuerza y salen temblando de sus refugios. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! Sea ensalzado Dios mi salvador, el Dios que me da la revancha y me somete los pueblos, quien me libra de mis enemigos. Tú me encumbras sobre mis adversarios, me proteges de los violentos. Por eso te ensalzo entre los pueblos y alabo tu nombre, Señor. Él acrecienta las victorias de su rey y se mantiene fiel a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.

2 SAMUEL 22:1-51 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

David entonó este canto al Señor cuando el Señor le libró de caer en manos de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo: “Tú, Señor, eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite, mi más alto refugio, mi salvador. ¡Me salvaste de la violencia! Tú, Señor, eres digno de alabanza: cuando te llamo, me salvas de mis enemigos. “Pues la muerte me enredó en sus olas; sentí miedo ante el torrente destructor. La muerte me envolvió en sus lazos; ¡me encontré en trampas mortales! En mi angustia llamé al Señor, pedí ayuda a mi Dios y él me escuchó desde su templo. ¡Mis gritos llegaron a sus oídos! “Hubo entonces un fuerte temblor de tierra: temblaron las bases del cielo; fueron sacudidas por la furia del Señor. De su nariz brotaba humo y de su boca un fuego destructor. ¡Por la boca lanzaba carbones encendidos! Descorrió la cortina del cielo, y descendió. ¡Debajo de sus pies había grandes nubarrones! Montó en un ser alado, y voló; se le veía sobre las alas del viento. Tomó como tienda de campaña la densa oscuridad que le rodeaba y los nubarrones cargados de agua. Un fulgor relampagueante salió de su presencia; llovieron carbones encendidos. “El Señor, el Altísimo, hizo oir su voz de trueno desde el cielo: lanzó sus flechas, sus relámpagos, y a mis enemigos hizo huir en desorden. El fondo del mar quedó al descubierto; las bases del mundo quedaron a la vista, a la voz amenazante del Señor, por el fuerte soplo que lanzó. “Dios me tendió la mano desde lo alto y con su mano me sacó del mar inmenso. Me salvó de enemigos poderosos que me odiaban y eran más fuertes que yo. Me atacaron cuando yo estaba en desgracia, pero el Señor me dio su apoyo; me sacó a la libertad, ¡me salvó porque me amaba! El Señor me ha dado la recompensa que merecía mi limpia conducta, pues yo he seguido el camino del Señor; ¡jamás he renegado de mi Dios! Yo tengo presentes todos sus decretos; ¡jamás me he desviado de sus leyes! Me he conducido ante él sin tacha alguna, me he alejado de la maldad. El Señor me ha recompensado por mi limpia conducta en su presencia. “Tú, Señor, eres fiel con el que es fiel, irreprochable con el que es irreprochable, sincero con el que es sincero, pero sagaz con el que es astuto. Tú salvas a los humildes, pero te fijas en los orgullosos y los humillas. Tú, Señor, eres mi luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad. Con tu ayuda atacaré al enemigo y pasaré sobre el muro de sus ciudades. “El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de confianza. ¡Dios protege a todos los que en él confían! ¿Quién es Dios, fuera del Señor? ¿Qué otro dios hay que pueda protegernos? Dios es mi refugio poderoso, quien hace intachable mi conducta, quien me da pies ligeros como de ciervo, quien me hace estar firme en las alturas, quien me entrena para la batalla, quien me da fuerzas para tensar arcos de bronce. “Tú me proteges y me salvas; tu bondad me ha hecho prosperar. Has hecho fácil mi camino, y mis pies no han resbalado. “Perseguí a mis enemigos, los destruí, y no volví sino después de exterminarlos. ¡Los exterminé! ¡Los hice pedazos! ¡Ya no se levantaron! ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me diste fuerza en la batalla, hiciste que los rebeldes se inclinaran ante mí y que delante de mí huyeran mis enemigos. Así pude destruir a los que me odiaban. Pedían ayuda, y nadie los ayudó; llamaban al Señor, y no les contestó. ¡Los deshice como a polvo del suelo! ¡Los pisoteé como a barro de las calles! Me libraste de las luchas de mi pueblo, me mantuviste como jefe de las naciones, y me sirve gente que yo no conocía. En cuanto me oyen, me obedecen; gente extranjera me halaga, gente extranjera se acobarda y sale temblando de sus refugios. “¡Viva el Señor! ¡Bendito sea mi protector! ¡Sea enaltecido Dios, que me salva y me protege! Él es el Dios que me ha vengado y que me ha sometido los pueblos. Él me libra de mis enemigos, de los rebeldes que se alzaron contra mí. ¡Tú, Señor, me salvas de los hombres violentos! Por eso te alabo entre las naciones y canto himnos a tu nombre. Concedes grandes victorias al rey que has escogido; siempre tratas con amor a David y a su descendencia.”

2 SAMUEL 22:1-51 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

David dedicó al SEÑOR la letra de esta canción cuando el SEÑOR lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así: «El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador. ¡Tú me salvaste de la violencia! Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. »Las olas de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al SEÑOR; llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! »La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los cielos; ¡se tambalearon a causa de su enojo! Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! »Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. Montando sobre un querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. De las tinieblas y de los cargados nubarrones hizo pabellones que lo rodeaban. De su radiante presencia brotaron carbones encendidos. »Desde el cielo se oyó el trueno del SEÑOR, resonó la voz del Altísimo. Lanzó flechas y centellas contra mis enemigos; los dispersó y los puso en fuga. A causa de la reprensión del SEÑOR, y por el resoplido de su enojo, las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra! »Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y que eran más fuertes que yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el SEÑOR. Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí. »El SEÑOR me ha pagado conforme a mi justicia, me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos; pues he andado en los caminos del SEÑOR; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios. Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos. He sido íntegro ante él y me he abstenido de pecar. El SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza delante de él. »Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable; sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. Das la victoria a los humildes, pero tu mirada humilla a los altaneros. Tú, SEÑOR, eres mi lámpara; tú, SEÑOR, iluminas mis tinieblas. Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas. »El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. ¿Pues quién es Dios, si no el SEÑOR? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu bondad me ha hecho prosperar. Me has despejado el camino; por eso mis tobillos no flaquean. »Perseguí a mis enemigos y los destruí; no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté por completo. Ya no se levantan. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban. Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron, pero no les respondió. Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! »Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. Son extranjeros, y me rinden homenaje; apenas me oyen, me obedecen. ¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! ¡El SEÑOR vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador! Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. Tú me libras de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. Por eso, SEÑOR, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. »El SEÑOR da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor».