2 REYES 22:1-11
2 REYES 22:1-11 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando Josías comenzó a reinar tenía ocho años de edad, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre era Jedida, hija de Adaía, de Boscat. Hizo lo recto ante los ojos del Señor y anduvo en todo el camino de David, su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda. En el año dieciocho del rey Josías envió el rey a Safán hijo de Azalía hijo de Mesulam, el escriba, a la casa del Señor, con esta orden: —Vete a ver al sumo sacerdote Hilcías y dile que recoja el dinero que han traído a la casa del Señor y ha sido entregado por el pueblo a los guardianes de la puerta. Que se ponga en manos de los que hacen la obra, los que tienen a su cargo la dirección del arreglo de la casa del Señor, para que, a su vez, lo entreguen a los que hacen la obra de la casa del Señor, a quienes reparan las grietas de la Casa —a los carpinteros, maestros y albañiles—, y se pueda comprar madera y piedra de cantería para reparar la Casa. Pero que no se les pida cuentas del dinero cuyo manejo se les confíe, porque ellos proceden con honradez. Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: —He hallado el libro de la ley en la casa del Señor. E Hilcías entregó el libro a Safán, quien lo leyó. Luego el escriba Safán se presentó ante el rey y le rindió cuentas: —Tus siervos han recogido el dinero que se hallaba en el templo y se lo han entregado a los que hacen la obra, los que tienen a su cargo el arreglo de la casa del Señor. Asimismo, el escriba Safán declaró al rey: —El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y Safán lo leyó delante del rey. Cuando el rey escuchó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras
2 REYES 22:1-11 La Palabra (versión española) (BLP)
Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá y era hija de Adaías, natural de Boscat. Actuó correctamente ante el Señor y siguió siempre las huellas de su antepasado David, sin desviarse lo más mínimo. En el año décimo octavo del reinado de Josías, el rey envió al Templo al secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, con este mensaje: —Sube a ver al sumo sacerdote Jilquías y dile que prepare el dinero del Templo aportado por la gente y recogido por los porteros. Que se lo entregue a los encargados de las obras del Templo, para que paguen a los obreros que llevan a cabo la reparación de los desperfectos del Templo, carpinteros, constructores y albañiles, y para que compren madera y piedras labradas con destino a la reparación del Templo. Y que no se les pida cuenta del dinero entregado, porque actúan con honradez. El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán: —He encontrado en el Templo el Libro de la Ley. Jilquías entregó el libro a Safán y este lo leyó. Luego se presentó al rey para informarle: —Tus servidores han recogido el dinero que había en el Templo y se lo han entregado a los constructores encargados de las obras del Templo. Luego Safán dio la noticia al rey: —El sacerdote Safán me ha entregado un libro. Y Safán se lo leyó al rey. Cuando el rey oyó las palabras del Libro de la Ley, se rasgó las vestiduras
2 REYES 22:1-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá, hija de Adaías, y era de Boscat. Los hechos de Josías fueron rectos a los ojos del Señor, pues siguió en todo la conducta de David, su antepasado, sin desviarse de ella en nada. En el año dieciocho del reinado de Josías, el rey envió al templo del Señor a su cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulam. Le dijo: –Ve a ver a Hilquías, el sumo sacerdote, y dile que reúna el dinero que ha sido llevado al templo del Señor y los porteros han recogido de entre la gente, y que lo entregue a los encargados de las obras del templo del Señor, para que ellos, a su vez, paguen a los que trabajan en la reparación del templo, es decir, a los carpinteros, maestros de obras y albañiles, y también para que compren madera y piedra de cantería para reparar el templo. Dile también que no les pida cuentas del dinero que se les entregue, porque actúan con honradez. El sumo sacerdote Hilquías contó a Safán, el cronista, que había encontrado el libro de la ley en el templo del Señor; y le entregó el libro y Safán lo leyó. Después Safán fue a informar de esto al rey. Le dijo: –Los siervos de Su Majestad han fundido la plata que había en el templo y la han entregado a los encargados de reparar el templo del Señor. También informó Safán al rey de que el sacerdote Hilquías le había entregado un libro, y lo leyó Safán al rey. Al escuchar el rey lo que decía el libro de la ley, se rasgó la ropa
2 REYES 22:1-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Josías tenía ocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén treinta y un años. Su madre era Jedidá hija de Adaías, oriunda de Boscat. Josías hizo lo que agrada al SEÑOR, pues en todo siguió el buen ejemplo de su antepasado David; no se desvió de él en el más mínimo detalle. En el año dieciocho de su reinado, el rey Josías mandó a su cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, que fuera al templo del SEÑOR. Le dijo: «Preséntate ante el sumo sacerdote Jilquías y encárgale que recoja el dinero que el pueblo ha llevado al templo del SEÑOR y ha entregado a los porteros. Ordena que ahora se les entregue el dinero a los que supervisan la restauración del templo del SEÑOR, para pagarles a los trabajadores que lo están reparando. Que les paguen a los carpinteros, a los maestros de obra y a los albañiles, y que compren madera y piedras de cantería para restaurar el templo. Pero no les pidan cuentas a los que están encargados de pagar, pues ellos proceden con toda honradez». El sumo sacerdote Jilquías le dijo al cronista Safán: «He encontrado el libro de la ley en el templo del SEÑOR». Entonces se lo entregó a Safán, y este, después de leerlo, fue y le informó al rey: ―Tus ministros han recogido el dinero que estaba en el templo del SEÑOR y se lo han entregado a los trabajadores y a los supervisores. El cronista Safán también le informó al rey que el sumo sacerdote Jilquías le había entregado un libro, el cual leyó en su presencia. Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras