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1 CRÓNICAS 12:1-22

1 CRÓNICAS 12:1-22 Reina Valera 2020 (RV2020)

Estos son los que vinieron ante David en Siclag, mientras estaba él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis; eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos y usaban ambas manos para tirar piedras con la honda y flechas con el arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín, el jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa, el gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca y Jehú, el anatotita, Ismaías, el gabaonita, valiente entre los treinta, y jefe entre ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad, el gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías, el harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, y Joela y Zebadías hijos de Jeroham, de Gedor. También de los de Gad huyeron y fueron adonde estaba David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con el escudo y la lanza; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. Ezer, el primero, Obadías, el segundo, Eliab, el tercero, Mismana, el cuarto, Jeremías, el quinto, Atai, el sexto, Eliel, el séptimo, Johanán, el octavo, Elzabad, el noveno, Jeremías, el décimo y Macbanai, el undécimo. Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor estaba a cargo de cien hombres, y el mayor, de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas, e hicieron huir a todos los habitantes de los valles al oriente y al occidente. Asimismo, algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron ante David al lugar fuerte. David salió a su encuentro y les dijo: —Si habéis venido a mí en son de paz y para ayudarme, me uniré a vosotros; pero si es para entregarme a mis enemigos, sin que mis manos estén manchadas de maldad, véalo el Dios de nuestros padres, y os lo demande. Entonces el espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: ¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Paz, paz para ti, y paz para quienes te ayuden, pues también tu Dios te ayuda! David los recibió y los puso entre los capitanes de la tropa. También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando fue con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no los ayudó, porque los jefes de los filisteos, tras deliberar, lo despidieron, pues decían: «Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl»). Así que cuando volvió él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. Cada día le llegaba ayuda a David, hasta que se formó un gran ejército, un ejército de verdad muy grande.

1 CRÓNICAS 12:1-22 La Palabra (versión española) (BLP)

Lista de los que se unieron con David en Siclag, cuando estaba proscrito de Saúl, el hijo de Quis, engrosando las filas de los guerreros que le ayudaron en sus batallas. Eran arqueros, capaces de lanzar piedras o disparar flechas con ambas manos. Benjaminitas, parientes de Saúl: El jefe Ajiecer y Joás, hijos de Semaá, de Guibeá; Jeciel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot; Jismaías, el gabaonita, héroe de los Treinta y jefe de treinta; Jeremías, Jajaciel, Yojanán y Jozabad, de Guederot; Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif; Elcaná, Jisías, Azarel, Joécer y Jasobán, corajitas; Joelá y Zebadías, hijos de Jerotán, de Guedor. También se retiraron con David al refugio del desierto algunos gaditas valerosos, guerreros expertos, armados de lanza y escudo, fieros como leones y ligeros como gacelas: el primero era Ézer; el segundo, Abdías; el tercero, Eliab; el cuarto, Mismaná; el quinto, Jeremías; el sexto, Atay; el séptimo, Eliel; el octavo, Yojanán; el noveno, Elzabad; el décimo, Jeremías y el undécimo, Macbanay. Estos gaditas eran jefes del ejército: el menor de ellos valía por cien y el mayor por mil. Ellos fueron los que cruzaron el Jordán en el primer mes, cuando se desborda por ambas márgenes, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles oriental y occidental. Llegaron también al refugio, con David, algunos de Benjamín y de Judá. Cuando David salió a recibirlos, les advirtió: —Si venís a mí como amigos y colaboradores, os acepto de todo corazón. Pero si venís para entregarme a mis enemigos, siendo yo inocente, que el Dios de nuestros antepasados sea testigo y haga justicia. Entonces Amasay, invadido por el espíritu, exclamó: ¡Tuyos somos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Jesé! ¡Paz! ¡Paz a ti y paz a tus aliados, pues tu Dios es tu auxilio! David los acogió y los nombró jefes de tropa. Algunos de Manasés se pasaron a David, cuando iba con los filisteos a luchar contra Saúl (aunque no llegó a ayudarlos, pues los príncipes filisteos, tras deliberar, decidieron expulsarlo, pensando: «Se pasará a su señor Saúl con riesgo de nuestras propias cabezas»). Y cuando volvía a Siclag se pasaron a él de Manasés: Adnaj, Jozabad, Jediael, Miguel, Jozabad, Elihú y Siltay, jefes de millar en la tribu de Manasés. Ellos ayudaron a David en sus incursiones, pues todos eran guerreros valerosos y se convirtieron en capitanes del ejército.

1 CRÓNICAS 12:1-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Cuando David todavía estaba desterrado de la presencia de Saúl, hijo de Quis, un grupo de guerreros valientes que iban a ser sus aliados en la guerra fue a unirse con él en Siclag. Estos guerreros estaban armados con arcos, y lo mismo podían lanzar piedras con la honda que disparar flechas con la mano derecha o con la izquierda. Eran los siguientes: Parientes de Saúl, de la tribu de Benjamín: Ahiézer, el jefe, y Joás, hijos de Semá, del pueblo de Guibeá; Jeziel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, que era del pueblo de Anatot; Ismaías, gabaonita, uno de los treinta valientes y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías; Sefatías, el harufita; Elcaná, Isías, Azarel, Joézer y Jasobeam, coreítas; y Joelá y Zebadías, hijos de Jeroham, de Guedor. También de la tribu de Gad se pasaron algunos al lado de David cuando estaba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, entrenados en la guerra y armados con escudo y lanza. Tenían aspecto como de leones, y corrían por los montes como gacelas. Eran los siguientes: Ézer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; Atai, el sexto; Eliel, el séptimo; Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; Jeremías, el décimo, y Macbanai, el undécimo. Estos descendientes de Gad eran jefes del ejército. Cada uno de ellos valía, el menor por cien y el mayor por mil. Estos fueron los que atravesaron el Jordán en primavera, cuando el río iba crecido hasta los bordes, e hicieron huir a todos los que estaban en los valles, al este y al oeste. Además algunos hombres de las tribus de Benjamín y de Judá fueron a unirse con David en la fortaleza. David salió a su encuentro y les dijo: “Si venís en son de paz y para ayudarme, acepto de todo corazón que os unáis a mí; pero si venís a traicionarme y a entregarme a mis enemigos a pesar de no haber cometido yo ningún crimen, ¡que el Dios de nuestros antepasados lo vea y os castigue!” Entonces Amasai, jefe de los treinta, poseído por el espíritu exclamó: “¡Paz a ti, David, hijo de Jesé! ¡Que la paz esté contigo! ¡Paz a ti y a los que te ayuden, porque tu Dios te ha ayudado!” David los recibió y les dio puestos entre los jefes de la tropa. También algunos de la tribu de Manasés se pasaron al lado de David cuando este se fue a vivir con los filisteos para luchar contra Saúl. Aunque, de hecho, David no pudo ayudar a los filisteos, porque sus gobernadores, después de reunirse, decidieron despedirlo, pues dijeron: “¡A costa de nuestras cabezas se pasará a Saúl, su señor!” Los hombres de la tribu de Manasés que se pasaron al lado de David cuando este se fue a Siclag, fueron Adná, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Elihú y Siletai, jefes de batallones de Manasés. Estos fueron los que ayudaron a David al frente de la tropa, porque todos eran guerreros valientes y llegaron a ser jefes del ejército. Y día tras día llegaban más refuerzos a David, hasta que se formó un gran ejército, un ejército de veras formidable.

1 CRÓNICAS 12:1-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Estos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando este se encontraba desterrado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos. De los benjaminitas parientes de Saúl: el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; Ismaías, el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán, Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor. También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses. Se llamaban: Ezer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste. También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. David salió a su encuentro y les dijo: ―Si venís en son de paz y para ayudarme, os aceptaré; pero, si venís para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros padres lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal! Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó: «¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Tres veces deseamos la paz a ti y a quien te brinde su ayuda! ¡Y quien te ayuda es tu Dios!» David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa. También algunos guerreros de Manasés se unieron a David cuando este iba con los filisteos a luchar contra Saúl. Pero los príncipes de los filisteos se reunieron y decidieron rechazarlo, así que los filisteos se negaron a ayudarlo, pues dijeron: «David se pondrá de parte de su señor Saúl, y eso nos costará la cabeza». Estos fueron los manasesitas que se unieron a David cuando este fue a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay, jefes manasesitas de escuadrones de mil hombres. Ayudaban a David a combatir a las bandas de invasores, pues cada uno de ellos era un guerrero valiente y jefe del ejército. Y cada día se le unían más soldados a David, hasta que llegó a tener un ejército grande y poderoso.