LAMENTACIONES 2:10-18
LAMENTACIONES 2:10-18 RV2020
Se sientan en tierra y callan los ancianos de la hija de Sion; echan polvo sobre sus cabezas y se ciñen ropas ásperas. Las vírgenes de Jerusalén bajan la cabeza hasta la tierra. Mis ojos se deshacen en lágrimas, mis entrañas se conmueven y mi hígado se derrama por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo; y los niños, ¡aun los de pecho!, desfallecen entre tanto en las plazas de la ciudad. Dicen a sus madres: «¿Dónde están el pan y el vino?», mientras desfallecen como heridos en las calles de la ciudad y derraman el alma en el regazo de sus madres. ¿Qué testigo te traeré? ¿A quién te haré semejante, hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, virgen hija de Sion? Grande como el mar es tu quebrantamiento, ¿quién te sanará? Tus profetas vieron para ti vanidad y locura, y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, sino que te predicaron vanas profecías y seducciones. Cuantos pasan por el camino aplauden al verte, silban y mueven despectivamente la cabeza sobre la hija de Jerusalén, y dicen: «¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?». Todos tus enemigos abrieron la boca contra ti, se burlaron, rechinaron los dientes y dijeron: «¡Devorémosla! ¡Ciertamente, este es el día que esperábamos: lo hemos hallado, lo hemos visto!». El Señor ha hecho lo que tenía determinado, ha cumplido su palabra, ordenada por él desde tiempo antiguo. Destruyó y no perdonó; hizo que el enemigo se alegrara sobre ti y exaltó el poder de tus adversarios. El corazón de ellos clamaba al Señor. ¡Hija de Sion, que tus lágrimas corran día y noche como un arroyo! ¡No descanses, ni reposen las niñas de tus ojos!