Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
y tened vuestra conversación honesta entre los gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, siendo testigos de sus buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, estimándoos.