HECHOS 16
16
Timoteo, compañero de Pablo y Silas
1Pablo llegó a Derbe y Listra,#16.1 Derbe y Listra: lugares visitados en el primer viaje de Pablo y Bernabé (Hch 14.6-23). donde había un creyente llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego.#16.1 Timoteo llegaría después a ser colaborador especial de Pablo (Ro 16.21; 1 Co 4.17; 16.10-11; Flp 2.19-24; 1 Ts 3.2-6), y aparece asociado a él en varias de sus cartas (Flp 1.1; Col 1.1; 1 Ts 1.1; véanse también las dos cartas a Timoteo). 2Los hermanos de Listra y de Iconio hablaban bien de él. 3Pablo quiso que Timoteo le acompañase, pero antes le hizo circuncidar para que no se ofendieran los judíos que vivían en aquellos lugares, ya que todos sabían que el padre de Timoteo era griego.#16.3 Según la práctica del judaísmo, Timoteo era considerado israelita por ser hijo de una mujer judía (cf. 16.1; 2 Ti 1.5), pero por alguna razón no había sido circuncidado. A los ojos de los celosos de la ley, la circuncisión era requisito indispensable para ser plenamente judío. 4En todos los pueblos#16.4 Los pueblos: aquellos que Pablo había visitado en su primer viaje: Derbe, Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia. por donde pasaban, comunicaban a los hermanos las instrucciones#16.4 Las instrucciones: que se encuentran en la carta de Hch 15.23-29. dadas por los apóstoles y los ancianos de la iglesia de Jerusalén, y les recomendaban que las guardasen. 5Así que las iglesias se afirmaban en la fe y el número de creyentes aumentaba de día en día.
Una visión de Pablo#16.6-10 Se inicia aquí el relato de los comienzos de la difusión del evangelio por Europa, relato que continúa en las secciones siguientes.
6Como el Espíritu Santo no les permitió anunciar el mensaje en la provincia de Asia, atravesaron la región de Frigia y Galacia, 7y llegaron a la frontera de Misia. Desde allí pensaban entrar en la región de Bitinia, pero el Espíritu de Jesús#16.7 El Espíritu de Jesús: frase que en el NT aparece solamente aquí; algunos mss. omiten de Jesús. tampoco se lo permitió. 8Así que, pasando de largo por Misia, bajaron hasta el puerto de Tróade.#16.8-9 Tróade: puerto del mar Egeo y punto de embarque para Macedonia, la provincia romana que abarcaba el norte de Grecia. 9Aquí Pablo tuvo de noche una visión: vio a un hombre de la región de Macedonia que, puesto en pie, le rogaba: “Pasa a Macedonia y ayúdanos.”
10Inmediatamente después de haber tenido Pablo aquella visión preparamos#16.10 En este v. comienza una de las secciones del libro en que el relato está en primera persona plural (“nosotros”). Esta forma se encuentra en 16.10-17; 20.5-15; 21.1-18 y 27.1–28.16, y parece sugerir que el autor está presente en los sucesos aquí narrados (véase Introducción). el viaje a Macedonia, seguros de que Dios nos estaba llamando para anunciar allí las buenas noticias.
La predicación en Filipos
11Nos embarcamos, pues, en Tróade y fuimos directamente a la isla de Samotracia, y al día siguiente navegamos a Neápolis.#16.11 Neápolis: puerto del mar Egeo; de él se servía la ciudad de Filipos. 12Después nos dirigimos a Filipos, que es una colonia romana#16.12 Colonia romana: Las colonias romanas eran ciudades del imperio que gozaban de privilegios especiales. y la ciudad más importante de aquella parte de Macedonia; y allí nos quedamos varios días. 13Un sábado, pensando que en las afueras de la ciudad, junto al río, tendrían los judíos un lugar de oración,#16.13 Al parecer, en Filipos no había sinagoga, y los residentes judíos se reunían los sábados en un lugar de las afueras de la ciudad, junto al río, donde había agua para los ritos de purificación. fuimos allá; y nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido. 14Una de ellas se llamaba Lidia; procedía de la ciudad de Tiatira y era vendedora de telas finas de púrpura.#16.14 Tiatira: ciudad de la provincia de Asia, conocida por sus telas teñidas de púrpura, tinte morado muy costoso extraído de ciertos moluscos. Dado que se trataba de una mercancía de lujo, es de suponer que Lidia gozaba de una buena posición económica. A esta mujer, que adoraba a Dios,#16.14 Adoraba a Dios: expresión que sugiere que Lidia no era judía, pero participaba en el culto judío (Hch 10.2 n.). el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía. 15Fue bautizada junto con toda su familia,#16.15 Toda su familia: esto es, las personas de su casa; cf. vs. 31-33, y véase Hch 11.14 n. y después nos rogó:
–Si pensáis que de veras soy creyente en el Señor, venid a alojaros en mi casa.
Y nos obligó a quedarnos.
16Una día, cuando íbamos al lugar de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha poseída por un espíritu de adivinación.#16.16 Poseída por un espíritu de adivinación: lit. tenía un espíritu pitón, llamado así en memoria de la serpiente pitón que, según se decía, era la guardiana del oráculo de Delfos, en Grecia. Era una esclava, que con sus adivinaciones daba a ganar mucho dinero a sus amos.#16.16 Como la muchacha era esclava, sus amos la explotaban por su capacidad de adivinar a la manera de los oráculos griegos de la época. 17Aquella muchacha comenzó a seguirnos a Pablo y a nosotros, gritando:
–¡Estos hombres son servidores del Dios altísimo#16.17 Dios altísimo: título usado tanto por los judíos como por los griegos para referirse a la divinidad suprema. y os anuncian el camino de salvación!#16.17 Cf. el testimonio de los demonios en Lc 4.34; 8.28 y paralelos.
18Así lo hizo durante muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decir al espíritu que la poseía:
–¡En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella!
En aquel mismo momento, el espíritu la dejó.
19Pero los amos de la muchacha, viendo perdidas sus esperanzas de seguir ganando dinero con ella, cogieron a Pablo y a Silas y los llevaron ante las autoridades, a la plaza principal. 20Los presentaron a los jueces, diciendo:
–Estos judíos están alborotando nuestra ciudad 21y enseñan costumbres que nosotros no podemos admitir ni practicar, porque somos romanos.
22Entonces la gente se levantó contra ellos, y los jueces ordenaron que les quitaran la ropa y los azotaran con varas. 23Después de haberlos azotado mucho, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los vigilase con el mayor cuidado. 24Recibida esta orden, el carcelero los metió en el lugar más profundo de la cárcel y les sujetó los pies en el cepo.#16.24 Cepo: instrumento romano de prisión y tortura, formado por una armazón de madera con una serie graduada de agujeros en los que se metían los pies, obligando al preso a mantener las piernas abiertas y en posición dolorosa.
25Alrededor de la medianoche, mientras Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los demás presos les estaban escuchando, 26hubo un repentino temblor de tierra, tan violento que sacudió los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos los presos se les soltaron las cadenas.#16.26 Cadenas: o ataduras (que incluyen también el cepo). 27Con esto despertó el carcelero, que, al ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada para matarse, pensando que los presos habían huido. 28Pero Pablo le gritó:
–¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!
29Entonces el carcelero pidió una luz, entró corriendo y, temblando de miedo, se echó a los pies de Pablo y Silas. 30Luego los sacó y les preguntó:
–Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31Ellos contestaron:
–Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu familia.#16.31 Y tu familia: Cf. v. 15 y véase Hch 11.14 n.
32Y hablaron del mensaje del Señor a él y a todos los de su casa. 33A aquella misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados. 34Los llevó después a su casa y les dio de comer; y él y su familia estaban muy contentos por haber creído en Dios.
35Por la mañana, los jueces mandaron unos guardias al carcelero con orden de poner en libertad a Pablo y Silas. 36El carcelero dijo a Pablo:
–Los jueces me han ordenado que os suelte, así que ya podéis iros.
37Pero Pablo dijo a los guardias:
–A nosotros, que siendo ciudadanos romanos nos han azotado públicamente sin habernos juzgado, y nos han metido en la cárcel, ¿quieren ahora ponernos a escondidas en libertad? ¡Pues no! ¡Que vengan ellos mismos a sacarnos!
38Los guardias comunicaron estas palabras a los jueces, que se asustaron al oir que se trataba de ciudadanos romanos.#16.37-38 La ley romana prohibía estrictamente que se azotara a los ciudadanos romanos; cf. Hch 22.25-29. 39Entonces fueron a disculparse ante Pablo y Silas, y los sacaron y les rogaron que se marcharan de la ciudad.#16.39 Pablo alude a este incidente en 1 Ts 2.2. 40Al salir de la cárcel, Pablo y Silas se dirigieron a casa de Lidia, y después de ver a los hermanos y animarlos,#16.40 Animarlos: o bien exhortarlos. Pablo dirigió más tarde una carta a la iglesia de Filipos, la primera que fundó en territorio europeo. se fueron de allí.
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