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ECLESIÁSTICO 51

51
4. Epílogo (51)
Salmo de alabanza#51.1-12ñ Este capítulo da la impresión de ser un apéndice, añadido al libro, sin relación especial con lo anterior.
1Yo te alabo, oh Dios, mi salvador,
te doy gracias, Dios y Padre mío.#51.1 Véase 23.1 n.
Voy a proclamar tu nombre, 2refugio de mi vida,
porque me salvaste de la muerte,
porque libraste mi cuerpo de la tumba,
porque no dejaste que cayera en el reino de la muerte.
Me salvaste de las malas lenguas,
de las calumnias de los mentirosos.
3Por tu gran amor me ayudaste,
te pusiste a mi lado contra mis enemigos,
contra los que querían quitarme la vida.
Me salvaste de grandes aflicciones,
4de angustias que me cercaban como fuego,
de una hoguera que no podía apagarse,
5del fondo del abismo,
de labios pérfidos y llenos de mentira,
6de las flechas de lenguas traicioneras.
Ya estaba yo cerca de la muerte,
y mi vida casi en lo más hondo del abismo;
7miré alrededor, y no había quien me ayudara;
busqué un apoyo, pero no lo había.
8Entonces me acordé de la misericordia del Señor
y de su amor, que es eterno.
El Señor salva a quienes a él se acogen,
y los libra de todo mal.#51.8 Sal 100.5; 136.
9Alcé la voz desde la tierra,
grité desde las puertas del sepulcro
10y oré: “Señor, tú eres mi padre,
tú tienes poder para salvarme;
no me abandones en el momento del peligro,
en la hora del terror y la desolación.
Te alabaré continuamente
y te invocaré en mis oraciones.”
11Entonces el Señor oyó mi voz,
escuchó mi súplica
y me libró de todo mal;
me salvó en el momento del peligro.
12Por eso le doy gracias,
y alabo y bendigo el nombre del Señor.#51.12 El himno de alabanza que aparece a continuación (51.12a-12ñ) se encuentra en el texto hebreo, pero no en las versiones antiguas. Es dudoso si pertenece a la forma original del texto.
12aDad gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.#51.12a-n Sal 136.
12bDad gracias al Dios de la alabanza,
porque su amor es eterno.
12cDad gracias al protector de Israel,
porque su amor es eterno.
12dDad gracias al Creador del universo,
porque su amor es eterno.
12eDad gracias al redentor de Israel,
porque su amor es eterno.
12fDad gracias al que reúne a los israelitas dispersos,
porque su amor es eterno.
12gDad gracias al que reconstruye la ciudad y el templo,
porque su amor es eterno.
12hDad gracias al que hace renacer el poder de la dinastía de David,
porque su amor es eterno.
12iDad gracias al que escogió como sacerdotes a los descendientes de Sadoc,
porque su amor es eterno.
12jDad gracias al protector de Abraham,
porque su amor es eterno.
12kDad gracias al refugio de Isaac,
porque su amor es eterno.
12lDad gracias al Dios poderoso de Jacob,
porque su amor es eterno.
12mDad gracias al que eligió a Sión,
porque su amor es eterno.
12nDad gracias al Rey de todos los reyes,
porque su amor es eterno.
12ñ¡Él ha dado poder a su pueblo!
Alabanza de todos sus fieles,
de los israelitas, su pueblo cercano.
¡Alabado sea el Señor!
La búsqueda de la sabiduría
13Cuando yo era joven, antes de irme a recorrer mundo,
deseaba ardientemente recibir sabiduría.#51.13 El último apéndice del libro (51.13-30) es un poema (originalmente alfabético, pero no muy bien conservado) que describe la búsqueda de la sabiduría. Esta se representa personificada en una joven de gran belleza. La sabiduría es a la vez don de Dios y algo que el hombre tiene que buscar con gran empeño.
14Y ella vino a mí con toda su belleza;
yo la busqué hasta que di por fin con ella.
15Estaba en su punto, como racimo maduro,
y en ella se alegró mi corazón.
Y seguí fielmente su camino,
porque desde pequeño la había aprendido.
16En el poco tiempo que estuve escuchándola,
aprendí muchas cosas.
17Someterme a ella fue un honor para mí;
por eso doy gracias a quien me la enseñó.
18Decidí alcanzar algún bien
y no cambiarlo por nada cuando lo encontrara.
19Me enamoré de ella,
y en ella tuve siempre fija la mirada.
Abrí la puerta de su casa
para abrazarla y contemplarla.
20La deseé con toda mi alma
y la encontré con toda su pureza.
Desde el primer momento me enamoré de ella,
y por eso no la abandonaré,
jamás me apartaré de ella.
21Mi corazón ardía como un horno al contemplarla;
por eso la adquirí, ¡qué gran tesoro!
22El Señor me concedió lo que le pedía;
por eso le daré gracias en voz alta.
23Gente ignorante: venid a mí
y vivid en mi escuela.
24¿Hasta cuándo queréis privaros de todo esto
y seguir sufriendo esa terrible sed?
25Esto os digo acerca de la sabiduría:
adquiridla gratuitamente,
26someteos a ella,
aceptad las tareas que os impone.
Ella está cerca de quienes la buscan;
el que se empeñe, la encontrará.
27Ved con vuestros propios ojos qué poco he trabajado
y qué gran descanso he logrado encontrar.
28Escuchad todos lo que aprendí en mi juventud,
y así adquiriréis oro y plata.
29¡Alegraos en mi escuela!
¡No os avergoncéis de mis enseñanzas!
30Llevad una vida recta
y Dios os dará oportunamente el premio.
¡Bendito sea el Señor eternamente,
y alabado sea su nombre por todas las edades!

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